GRANDES MAESTROS

FERNANDO SCHWARTZ

AL ESCUCHAR A FERNANDO SCHWARTZ COMENTAR UN HECHO DEPORTIVO, QUEDA LA SENSACIÓN DE QUE GUARDA CIERTA SERENIDAD, ELEGANCIA Y PULCRITUD EN SUS COMENTARIOS, DE QUE ES PROLIJO EN SU EXPRESIÓN Y EVITA EL COMENTARIO OPORTUNISTA.

«Nunca le he tenido miedo a nada», dice Fernando Schwartz y debe ser cierto porque de niño fue al programa de televisión El gran premio de los 64,000 pesos a demostrar cuánto sabía de futbol en la categoría “Futbol Mexicano de 1969 a 1971” y “Copa del Mundo de 1970”, y dejó a todos boquiabiertos, porque los niños regularmente ven el futbol, se aficionan, lo juegan en las calles, los futbolistas se convierten en sus héroes cada vez que anotan un gol o hacen una atajada; pero no se interesan demasiado por los datos que rodean al deporte, no se muestran demasiado analíticos y mucho menos se inician sin querer en la narración deportiva.

«Fue por casualidad, cuando tenía once años de edad, en 1971, concursé para un premio de 64,000 pesos que conducía Pedro Ferriz y llamó la atención a todo el mundo que un chavito de esa edad supiera tanto de futbol. Me retiré con 16,000 pesos. Tres años después encontré por casualidad a un locutor de aquel entonces, Marco Aurelio Moncada Krauss, que trabajaba en Radio Mil y me dijo “Oye, ¿te gustaría estar en la radio? Porque para la tele estás muy chiquito”. Tenía 14 años. Dije sí. Me mandó con un amigo suyo a la radio donde todos los domingos leía una cuartilla sobre algún tema de la semana del futbol mexicano, recuerdo que me llevaba toda la semana prepararla para leerla los domingos. Ahí comencé»....

“SI E M P R E B U S Q U É T E N E R UN E S T I L O P R O P I O PORQUE C R E O Q U E T I E N E S Q U E H A C E R T E Y F O R J A R T E P O R T I M I S M O Y N O I M I T A R .”

Ese inicio se dio en uno de los espacios más notables y longevos de la crónica deportiva en la radio: el programa Comentando el futbol, que cuenta con 63 años de existencia y que conducía en aquellos años Jesús Domínguez García, formador de un gran número de periodistas deportivos tales como Francisco Javier González, Alfredo Ruíz, Tito Manríquez, entre otros. Fernando Schwartz con la despreocupación y naturalidad propias de un adolescente que no prevé con demasiada circunspección las consecuencias de sus acciones, un día, entre sus quince y dieciséis años, condujo por primera vez el programa. Así fue según sus palabras:

«Fue cuando murió don Guillermo Álvarez Macías, el dueño del Cruz Azul, ya tenía yo como un año y medio trabajando en la radio, leyendo una cuartilla, y de repente el conductor del programa me dijo “Oye, me voy al velorio de don Guillermo, ahí te encargo el programa, vas a estar una hora solo al aire”. Creo que esa es realmente mi primer gran experiencia con el micrófono».

Si hay una descripción adecuada para esa expresión “ascenso meteórico” debería ser la carrera de Fernando Schwartz. En 1977, contando únicamente con 17 años, ingresó a Televisa, donde permaneció por más de veinte años y donde se forjó como cronista deportivo. De esos primeros días y tempranas enseñanzas, Fernando Schwartz recuerda una lección de Jacobo Zabludovsky:

«Hay algo muy valioso que me enseñó Jacobo Zabludovsky, un día llegué con un texto en donde decía “Se llevaron a tal futbolista a un nosocomio”, y él me dijo: —Oye, cuando llevas a tu mamá al hospital, ¿la llevas al nosocomio o al hospital? — No, pues al hospital, contesté. —Entonces pon hospital, para que la gente entienda—. Así comprendí que en esta profesión tienes que hablar ante un micrófono como hablas en la vida cotidiana, para que lo entienda el mayor número de personas».

Como reportero joven cubrió la cancha en las transmisiones de futbol de la primera división nacional, fue suplente de otros y se mostró capaz de crearse una voz propia como comentarista deportivo. «Yo era un juguetito que llamaba la atención porque estaba muy chiquito y ya metido en todo esto, como que tenía la simpatía de todos. Poco a poco fui demostrando que sí podía, aún en momentos difíciles.

»Siempre busqué tener un estilo propio porque creo que tienes que hacerte y forjarte por ti mismo y no imitar. Evidentemente soy muy afortunado porque me tocó trabajar con los mejores cronistas que ha habido en la historia del deporte en México. Hice cancha narrando Ángel Fernández, Fernando Luengas, Gerardo Peña, que éramos contemporáneos, pero él era un gran Marcos, que tenía un manejo del idioma que actualmente no tenemos; esa es una realidad porque el ser cronista deportivo no solamente es saber de deportes, yo creo que debes tener un panorama de cultura general para referencia y para mayor riqueza en tu vocabulario, como lo tenían esos señorones. También trabajé con Jorge Sonny Alarcón, con Antonio Andere, con Enrique Llanes y, en radio, con don Agustín González Escopeta, que era una voz netamente de radio. Así que escuela tuve, traté de absorber lo mejor de cada uno de ellos pero traté de hacer mi propio estilo».

Con los años fue titular de la sección de deportes en los noticiarios de Zabludovsky y Lolita Ayala, dos íconos de la información a nivel nacional. También formó parte del grupo fundador de Acción, semanario de gran éxito que ha trascendido con los años. «Yo tenía mucho desparpajo porque a la par que estaba con ellos al aire, también hacía los guiones de Acción. Cuando salía el programa yo estaba en cabina manejando la tituladora y ¡pum!, “Te toca narrar tu segmento”, me decían. “Córrele al estudio”. Narraba mi segmento y me regresaba a la tituladora. Traté de abarcar todas las áreas, no sólo la cámara, no sólo el micrófono sino realmente involucrarme en todas las áreas para poder crecer en este negocio».

“Me han tocado los momentos cumbres del deporte mexicano y eso no tiene precio.”

Y en efecto, así ha sido. Ha cubierto todas las áreas del periodismo deportivo: reportero, conferencista, analista, comentarista y presentador, ha ganado múltiples premios periodísticos: Elegido mejor periodista deportivo en 1980; ganador de El calendario Azteca, por crónica deportiva; Las palmas de oro, por mejor presentador deportivo; El sol de oro al mejor reportero; el Honor de la Ciudad de México y las llaves de la Ciudad de Puebla. Ha transmitido alrededor de una decena de Copas del Mundo y otra de Juegos Olímpicos de verano e invierno, Copas América, funciones de campeonato de boxeo, Juegos Panamericanos, la liga española, la bundesliga, la Serie A y otros grandes eventos deportivos. Ha entrevistado a prácticamente todas las figuras del deporte en el mundo, entre ellos Pelé, Maradona, Hugo Sánchez, Muhammad Alí, Mike Tyson, Fernando Valenzuela, Julio César Chávez, Nadia Comăneci, entre muchos otros.

También ha publicado libros, como La historia de las copas del mundo, La vida de Mario Vázquez Raña, Si se puede y El libro Olímpico. Al dejar Televisa, trabajó para las cadenas televisivas Telemundo, Univisión, ESPN y, actualmente, labora para Fox Sports. Algunos de los programas donde ha participado son: En esta esquina, Locura por el futbol, Fuera de juego, el noticiario de Javier Solórzano, Futbol de primera, Sport Center, Futbol Picante, Acción, Agenda Fox Sports, entre otros. También ha trabajado en diversas estaciones de radio y ha escrito columnas para numerosas publicaciones.

Al recorrer su actividad como cronista deportivo, se puede apreciar el tiempo que ha dedicado a ello, el empeño puesto y los sacrificios hechos: «En cuestión familiar te causa muchos conflictos porque no estás en fechas importantes, porque estás mucho tiempo fuera de casa, porque a veces las estancias fuera son demasiado largas, trabajas los fines de semana, tienes poco tiempo para socializar. Esa es la parte complicada o difícil, encontrar un balance ahí cuesta mucho trabajo porque esta carrera te apasiona tanto que termina por comerte, te sientes mal cuando no estás y quieres siempre estar, en mi caso no en plan de ego, sino porque es algo que me llena, algo que me gusta y porque no sé hacer otra cosa, esa es la realidad, es algo que he hecho toda la vida».

Sobre su oficio, Fernando Schwartz cree que debe ejercerse con dedicación, con naturalidad y preparación. «Me gusta mucho improvisar, no me gusta leer a cuadro. Prefiero siempre improvisar pero en el buen sentido de la palabra, preparado, pero tratando de hablar como si estuvieras platicando con cualquier persona, no hacia un auditorio. Aparte de la crónica deportiva, la faceta que más me gusta es la del periodismo, tienes la gran oportunidad de entrevistar a quienes hacen la historia e incluso con muchos de ellos llegar a una amistad, en mi caso con Pelé, por ejemplo. Lo entrevisté por vez primera en 1975, cuando vino a los Panamericanos, y años después me tocó ser el que le escribió unas cápsulas que grabó para Televisa. De ahí nació una gran amistad».

Al escuchar a Fernando Schwartz comentar un hecho deportivo, haciendo uso de su gran acervo de entrevistas y anécdotas para aderezar las transmisiones, queda la sensación de que guarda cierta serenidad, elegancia y pulcritud en sus comentarios, de que es prolijo en su expresión y evita el comentario oportunista y las declaraciones proverbiales e hiperbólicas, sin comprometer aquello que él considera cierto o relevante para la audiencia. Esta compostura es una característica primordial de su estilo como narrador y lo que le hace ameno.

En su prolongada carrera en los medios de comunicación dedicados al deporte, donde ha pasado gran parte de su vida detrás de un micrófono y ante el escrutinio y la exposición con que las cámaras abordan a un reportero, ha conocido cada pormenor del mundo del espectáculo deportivo, sin embargo, mantiene una postura centrada sobre su propia importancia: «Te lo digo honestamente, yo no me consideraría en ese grupo (la crema y nata del cronista deportivo), hay muchísimos, muchísimos más que merecen estar por delante en la fila que yo. Honestamente. Sería mucha vanidad que yo te dijera: “Tal partido lo van a ver porque lo narro yo”. Eso es mentira. El partido lo ves porque te interesa ver el partido, si te gusta quién lo relata, quién lo comenta, le dejas el volumen; no te gusta, lo apagas y pones el radio; no te gusta, apagas el radio y pones las redes sociales; no te gusta, lo apagas y lo ves sin sonido.

»Nosotros lo que tenemos que aportar es mantener a la audiencia en una transmisión cuando el partido está malo, esa es la verdadera faceta que uno debe mostrar ahí. Si yo, en un partido malo, logro que la gente, a raíz de la narración, los comentarios, el análisis o el entretenimiento, se quede en ese partido, ahí sí contribuyo al espectáculo. Pero en el lado del ego decir que lo están viendo porque estoy yo, es un grave error».

Según él, la parte difícil del periodismo deportivo es «la batalla de los egos. Es un negocio donde todo el día estás conviviendo con el ego alrededor, y uno debe tener madurez suficiente para entender que sólo eres una parte del espectáculo. Por eso yo no me considero famoso ni importante, es un trabajo simplemente diferente. ¿Qué es lo más difícil? Pasar desapercibido. A mí me encanta pasar desapercibido, soy más feliz fuera de aquí porque me gusta manejarme en un perfil bajo».

En la final de la Copa Interamericana, que enfrentaba a América contra Boca Juniors, el 14 de abril de 1978 en el Azteca, Fernando estaba trabajando como reportero de cancha, cuando se armó tremenda bronca que provocó que expulsaran a las dos bancas. Schwartz recuerda que «en el campo de juego, a media cancha, nada más quedamos el árbitro suplente y yo. Estar ahí abajo reporteando todo lo que sucedía en el partido, más el gol que Reynoso le metió a Gatti en el tiempo extra, realmente es una transmisión que me marcó, aunque no fue la crónica, fue reportear dentro de la cancha».

Es una de las anécdotas que atesora de su labor, pero sin duda lo que más recuerda son los Juegos Olímpicos de Moscú 1988. Debido a la invasión soviética a Afganistán, Televisa había decidido no transmitir los Juegos Olímpicos, por lo que sólo mandaron a Fernando Schwartz y a Guillermo Ortega, como representantes de Televisa, para observar la inauguración.

«Un día antes de la inauguración decidieron que sí íbamos a transmitir. Nunca me imaginé transmitir la inauguración de los Juegos Olímpicos a mis 20 años. Diez horas diarias narrando todos los deportes habidos y por haber, con Ortega de comentarista. También produjimos porque no teníamos productor, fueron dieciséis días frenéticos que representaron un aprendizaje importante para mi carrera.

»En cuestión de narración, narrar medallas de oro para México es algo que no tiene comparación. Me tocó narrar las medallas de oro de los 20 y 50 kilómetros en los Juegos Olímpicos de 1984, cuando ganaron Ernesto Canto y Raúl González.

»Otra, por ejemplo, fue en el Mundial de Italia 90, terminó el partido y yo no sabía que estaba al aire, cuarenta y cinco minutos corriendo y entrevistando y hablando. Los cuarenta y cinco los tuve al aire y nunca lo supe porque no traía audífonos, entrevisté en italiano, entrevisté en alemán, en el idioma que fuera con tal de tener ahí las entrevistas».

Fernando Schwartz se declara satisfecho pero no se regodea. Habla desde el lugar de quien tiene todos los méritos, pero se sabe afortunado: «Me han tocado los momentos cumbres del deporte mexicano y eso no tiene precio».

“Prefiero siempre improvisar pero en el buen sentido de la palabra, preparado pero tratando de hablar como si estuvieras platicando con cualquier persona, no hacia un auditorio.”

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