VOCES DE AYER

ÁNGEL FERNÁNDEZ RUGAMA

FUE EN EL FUTBOL DONDE SE DIO A CONOCER COMO UNA LEYENDA DE LA CRÓNICA DEPORTIVA. FAMOSO POR LA POESÍA QUE IMPRIMÍA A SUS NARRACIONES, ASÍ COMO POR LOS APODOS QUE PUSO A DIVERSOS JUGADORES Y EQUIPOS DE LA PRIMERA DIVISIÓN MEXICANA.

Ángel Fernández es una de las figuras más admiradas del cronismo deportivo pues definió el estilo con el que hoy se narra en televisión. Sigue siendo una figura influyente para quienes incursionan en la comunicación deportiva. También es, a decir de sus colegas y de muchos aficionados que crecieron escuchándolo, el más imaginativo, el más histriónico, el más inventivo de los narradores deportivos que ha dado México.

Juan Villoro lo recuerda como una figura que marcó su infancia “porque tenía la capacidad de reinventar los partidos, era muchísimo más divertido escuchar un partido si lo contaba él... Gracias a estas narraciones asocio, desde entonces y para siempre, el futbol a la palabra”. Por su parte, Heriberto Murrieta describe: “La sensación de estar a su lado es parecida a la de quien escucha un estruendo de fuegos artificiales con lluvia de chispas encendidas. Su palabra surge llena de pólvora”....

“¡MIGUEL MARÍN, CÓMO VOLABA!... PUES ERA SUPERMAN”.

Aunque tuvo un breve paso como reportero en Excélsior, se inició en la radio (como casi todos en el oficio) en 1954, narrando peleas de box, partidos de beisbol y de futbol americano para la estación XEB. Además, condujo el programa El juego de Hoy. En esos años se consolidó en el gusto de los radioescuchas.

Entre sus narraciones de box más memorables se recuerdan la pelea entre El Ratón Macías y Alphonse Halimi, la cual transmitió desde los Ángeles el 6 de noviembre de 1957; y el combate entre El Pajarito Moreno y el nigeriano Hogan Kid Basset, el 13 de marzo de 1958. Fernández alcanzó tal fama en esa época que trascendió la noticia de que en un año había recibido 50 mil cartas de aficionados felicitándolo por sus narraciones.

Cuando Emilio Azcárraga Milmo compró al América, en 1959, lo buscó para que narrara en televisión los partidos del nuevo equipo; estaba buscando alguien joven, con un estilo distinto. En 1960 llegó a trabajar a Telesistema Mexicano, la alianza de estaciones que a la postre se convertiría en Televisa, donde narró su primer partido por televisión, en 1961.

Los primeros años fueron difíciles porque resultaba extraño para el público —acostumbrado a narraciones lentas, acartonadas y descriptivas en exceso—, escuchar a un hombre con un timbre de voz estruendoso, haciendo narraciones apasionadas, aderezadas con anécdotas y ocurrencias. Para muchos de sus compañeros, como Jorge Che Ventura, también resultó muy extraño al principio, les costaba compaginarse con él. Además, como nunca había narrado futbol, no estaba familiarizado con los equipos y no conocía a los jugadores. En sus primeros partidos Jorge Somera le soplaba al oído los nombres con un cono que hacía con papel periódico.

A decir verdad, Ángel Fernández recibió muchas críticas en esos años, le tomó tiempo construir el estilo que conquistaría a los televidentes en los años setenta. Era una época de libertad experimental para la naciente televisión mexicana. Aún no existía lo que podríamos denominar un canon en la narración deportiva. Le tocó a Fernández inventarlo y afianzarlo. Él alargó el grito de gol, tanto como su pulmones se lo permitían; fue en el estadio Maracaná, en 1968, donde nació el gol de El Ángel, como se llamaba a sí mismo.

Entendió que el lenguaje de la radio no funcionaba para narrar en televisión porque poco le aportaba al espectador que le describieran lo que estaba viendo. Renunció a detallar las acciones, para contarlas a través de alegorías, metáforas, analogías, apodos y demás recursos literarios. Era un maestro de la imaginación que lograba reinventar partidos, convirtiendo hasta el más aburrido en una auténtica epopeya.

Para Ángel Fernández, el futbol era “El juego del hombre”; el Estadio Azteca, “El Coloso de Santa Úrsula”; el acrónimo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), “Cucurrucucú Paloma” o “Compañeros, cuidado con Pelé”. El rebaño sagrado y la máquina celeste eran los motes que Fernández usaba para referirse al Guadalajara y al Cruz Azul, respectivamente. Tradujo el nombre del futbolista alemán Hans Peter Briegel como “Ferrocarriles Nacionales de Alemania”, por su velocidad en el campo de juego y, bautizó a más de treinta jugadores con apodos como Cyrano (Enrique Borja), El Niño de Oro (Hugo Sánchez) o El Péndulo (Antonio de la Torre).

En los más de quince años que trabajó en Televisa narró los Mundiales de futbol de 1962 a 1978, así como diversos deportes en los Juegos Olímpicos de 1968. Narró los partidos del América como local y cualquier cantidad de partidos de otros equipos de la Primera División e incluso torneos de billar, deporte del que era un apasionado. También condujo programas de concurso y de baile, y aparecía regularmente en Siempre en Domingo.

“LA SENSACIÓN DE ESTAR A SU LADO ES PARECIDA A LA DE QUIEN ESCUCHA UN ESTRUENDO DE FUEGOS ARTIFICIALES CON LLUVIA DE CHISPAS ENCENDIDAS. SU PALABRA SURGE LLENA DE PÓLVORA”. HERIBERTO MURRIETA, 2009.

ÁNGEL FERNÁNDEZ ERA UN MAESTRO DE LA IMAGINACIÓN QUE LOGRABA REINVENTAR PARTIDOS, CONVIRTIENDO HASTA EL MÁS ABURRIDO EN UNA AUTÉNTICA EPOPEYA.

Dejó Televisa para ir a trabajar al Canal Trece de Imevisión, televisora pública que en ese momento era dirigida por Margarita López Portillo, hermana del presidente José López Portillo. Fernández aceptó el contrato porque implicaba una cantidad de dinero que le permitía asegurar el futuro de su familia, pero una vez terminado el sexenio debió abandonar lo que hoy es Televisión Azteca.

De manera que ya no pudo trabajar ni en Imevisión ni en Televisa y, al no haber más televisoras en el país, no tuvo más opciones para trabajar en televisión. Ángel estuvo fuera de los medios por muchos años, incluso trabajó como presentador de grupos musicales durante sus giras.

Volvió a la radio en 1986 para narrar, con gran éxito, los partidos del mundial de México en Radio Fórmula. Continuó trabajando en esa estación, condujo diversos programas, como aquellos en los que sostenía discusiones vehementes con Fernando Marcos y, posteriormente, dirigió el programa El futbol y otras galaxias, en W Radio, al lado de su gran amigo El Che Ventura. También colaboró como columnista en El Heraldo de México.

Regularmente y con modestia, los cronistas deportivos afirman que poco tienen que ver con el espectáculo de un partido, tienden a decir que lo importante está en la cancha y que si el partido está aburrido el público tiene la libertad de buscar otras opciones. Para Ángel Fernández, el papel del narrador era diferente, como le dijo a Heriberto Murrieta en una entrevista: “El estilo está lleno y relleno de lo que uno ha leído. El cronista tiene que saber cómo hacer girar a la gente. Es el creativo, el que lleva la rienda, el que tiene el mando. Debe mantener en alerta continua al público que está escuchando. Para lograrlo, hay que trepar por las palabras, que son como diamantes magníficos del universo. (...) porque el discurso debe ir siempre ligado, galopando alegre, marchando bonito. A los que no logran hablar bien de corrido, les ha faltado disciplina”.

El timbre de su voz queda en la memoria de quienes lo escucharon y de los acervos históricos de los medios para los que trabajó.

CRÓNICAS DEPORTIVAS

FOTOS

VIDEO

SUSCRÍBETE A NUESTRO NEWSLETTER

Mantente actualizado y recibe las últimas noticias sobre Voces del Deporte Mexicano