VOCES DE AYER

JORGE MIGUEL “EL CHE” VENTURA

A JORGE VENTURA SE LE CONSIDERA UNO DE LOS GRANDES EDUCADORES DE PERIODISTAS DEPORTIVOS EN MÉXICO, MUCHOS DE SUS ALUMNOS ACTUALMENTE OCUPAN LUGARES EN LAS COLUMNAS Y TRANSMISIONES DEPORTIVAS DE NUESTRO PAÍS.

“Me llamo Jorge, me apellido Ventura, me dicen el Che”, fue la firma de este cronista en cada saludo y despedida de transmisión. Su distintivo: una prosa elegante, el comentario fino, el análisis exhaustivo y verídico, la anécdota amena, la crónica entretenida, el apunte elocuente, la charla ocurrente e imaginativa y la eterna disposición de aconsejar y educar, siempre con gran sentido del humor.

Argentino de nacimiento, como lo da a entender su apodo, Jorge Miguel Ventura Salerno, El Che, vino a México siendo un joven de apenas diecisiete años traído por la inestabilidad que vivía Argentina en la época del gobierno peronista. El padre de Jorge Ventura debió prever posibles peligros que lo llevaron a decidir una mudanza tan lejana. ...

A esa edad inició su carrera en la crónica deportiva, el 6 de marzo de 1956. Fue algo que siempre quiso, como él mismo afirmó: “Siempre quise ser periodista, pero deportivo. Siempre añadí deportivo porque esa es una especialidad y merece el mismo respeto que el periodista político o cualquier otro”. Su infancia transcurrió en la expectación del deporte y en la práctica de éste. Su padre mismo jugó futbol profesional para el Racing de Avellaneda. Y en la familia, acostumbraban asistir a eventos de automovilismo, donde disfrutaban de ver a Juan Manuel Fangio, piloto argentino.

Pronto se ganó un lugar en el periódico deportivo La Afición, donde publicó sus primeras notas y cubrió partidos de futbol. Ahí aprendió el oficio de Fray Nano y Antonio Andere, quienes –entre otras cosas– le encomendaron entrevistar a Fernando Marcos, de quien se convirtió en asistente después de la entrevista, pues impresionó positivamente al ya consagrado periodista. Por cinco años Jorge Ventura sería un aprendiz ávido de don Fernando. “Por todo lo que aprendí con Fernando Marcos no me arrepiento de no haber pasado por la universidad; él es mi maestro, nadie me enseñó tanto como él. Ninguno de los comentaristas deportivos le llega a Fernando Marcos”, dijo Jorge Ventura de dicha experiencia. Ahí, en La Afición, acumuló más de tres décadas de trabajo periodístico, ocupando diversos puestos, incluido el de director.

Quizá por su formación periodística era alguien que exigía rigor en las notas. Para él, el sustento era el principio y fundamento de un artículo. En sus palabras: “la información sin orientación es incompleta”. Bajo su tutela, los artículos de La Afición dejaron huella por el uso de estadísticas detalladas y una comprensión a profundidad de los acontecimientos deportivos.

Su historia en México, sin embargo, pudo ser otra. Según Teodoro Cano, compañero de profesión y compadre, al Che le aconteció un hecho curioso que pudo haberlo separado de México. En 1962 lo enviaron a Paraguay a cubrir un partido de la Selección Mexicana. El vuelo hizo escala en Buenos Aires y en la aduana fue detenido. Resulta que al haber salido joven de su país natal, no había hecho el servicio militar obligatorio de un año. Así que no le dejaron continuar su viaje y tuvo que radicar en Argentina. Allá consiguió trabajo en El Gráfico, donde se desempeñó como experto de atletismo. Su estancia se prolongó casi tres años, pero en 1965 La Afición le invitó a volver mediante una carta, y se decidió por México; esta vez para siempre. Con los años llegaría a nacionalizarse mexicano.

En los años siguientes de su vuelta a México ingresó a Telesistema Mexicano, televisora que se transformaría en Televisa, donde laboró hasta el final de su vida. Ahí cubrió ininterrumpidamente las Copas del Mundo desde México 1970 hasta Corea-Japón 2002.

Narró partidos de futbol, junto con Ángel Fernández —a quien consideró “un maestro y un hermano que pulió su técnica para narrar futbol”— y otros grandes comentaristas. Durante esas transmisiones forjó un estilo único en la época en que los partidos de futbol televisados se convirtieron en una costumbre de las familias mexicanas. De sus transmisiones con Ángel Fernández, Francisco Javier González decía que este último era la heráldica, pero que El Che era “la charla”. “Los cronistas somos los alquimistas de la emoción”, decía El Che. En ello se basaba su narrativa. En ese intento de capturar lo mágico del deporte al que dedicó su vida: el futbol. También, junto con Fernández, tuvo un programa de gran éxito llamado El futbol y otras galaxias.

A Jorge Ventura se le considera uno de los grandes educadores de periodistas deportivos en México, muchos de sus alumnos actualmente ocupan lugares en las columnas y transmisiones deportivas de nuestro país. En efecto, Teodoro Cano cree que el legado de su compadre fue “la cantidad de jóvenes que recibieron sus consejos en el mundo del periodismo”. El Che fundó la Federación Mexicana de Cronistas Deportivos donde fungió como maestro de locución, conferencista y capacitador a nivel nacional.

Fue un comentarista culto que supo incursionar en todo el ámbito deportivo, desde la locución radiofónica hasta la escritura de libros, entre ellos Miguel Marín: Superman de la portería; Como México no hay dos, previo al mundial de futbol de 1986; y La copa de las fantasías, donde relata las vivencias de los mundiales que cubrió como periodista. Fue director y colaborador de quince publicaciones deportivas, entre ellas El Sportif y El Economista. También corresponsal de la cadena televisiva Univisión y conductor de programas para la cadena TVC y para el programa oficial del Club Pachuca.

Además de las Copas del Mundo, cubrió Copas América, Juegos Olímpicos y el futbol nacional, donde siempre se declaró aficionado del Club América. En sesenta años de trayectoria, son innumerables sus transmisiones, sus artículos y los amigos que le veneraban como a un maestro.

El reconocimiento a su trayectoria es notable. En 1993, ganó la medalla Antonio Huerta en la categoría de artículo de fondo. En 2014 fue inducido en la primera generación del Salón del Periodista Deportivo. En el mismo año recibió el Premio Fray Nano y Ángel Fernández, que otorga la Federación Mexicana de Cronistas deportivos.

En 2017, a los 77 años y sin haberse retirado, tal como lo deseaba, falleció inesperadamente, ejerciendo la profesión a la que tanto cariño le tuvo. Para él su profesión era “la mejor del mundo” y se dedicó en cuerpo y alma a ella, tanto así que sostenía que el retiro era impensable y que si algún día se retiraba ya no sería el Che Ventura. Vivió su profesión como un hecho íntimo que le definía. Con su muerte se despidió una generación de cronistas sin duda inolvidable.

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