VOCES DE AYER

TOMÁS MORALES

SUS ESCRITOS, SIEMPRE ELOCUENTES Y CON UNA PRECISIÓN ELEGANTE, LE CONVIRTIERON EN ESCRITOR ESENCIAL DEL BEISBOL. CON LA DEVOCIÓN DE UN NIÑO ILUSIONADO LLEVÓ DESDE SIEMPRE REGISTRO DE LA HISTORIA DEL JUEGO EN NUESTRO PAÍS Y SE HIZO UN EXPERTO.

Desde el momento en que se enganchó con el beisbol, siendo niño, hasta el final de su vida, Tommy Morales —conocido como Míster Beisbol— vivió una existencia paralela a los acontecimientos dentro de los parques donde se jugara el rey de los deportes. Tanto así, que sin partidos en la agenda se hallaba algo perdido, como sin rumbo. Hablar con él era hablar de beisbol, y vivir con él, cuentan, era vivir con el beisbol por soberano indiscutible.

Tomás Morales Fernández nace el 27 de julio de 1932 en Barcelona, ya que su padre trabajaba en el consulado mexicano de aquella ciudad catalana. El trabajo del padre, luego de haber vivido la Guerra Civil española, los llevó a La Habana, donde radicaron cinco años. Estuvieron a punto de ir a Alemania en lugar de a Cuba, pero relataba Tommy Morales que eso ya hubiese sido crueldad del destino, porque les habría enfrentado a la Segunda Guerra Mundial. En lugar de eso, les reservó un feliz paraje en la isla caribeña. Ahí, en un país beisbolero por excelencia, Tommy Morales se aficionó al beisbol....

Desde el año 1940 comenzó a escuchar los partidos por radio y se hizo seguidor del Diario de la Marina, donde no se perdía las columnas de Eladio Secades, escritor histórico del beisbol. En 1941 presencia su primer partido entre las selecciones de Cuba y México en el estadio La Tropical. Aquella vivencia representó un parteaguas en su andar, en adelante jamás dejaría ya de asistir a los estadios donde se practicara aquel deporte que le cautivó desde su primer conocimiento.

“HASTA EN GRANDES LIGAS SIEMPRE HACEN FALTA BRAZOS”

En esos años también se formó como aficionado de los Yankees de Nueva York, equipo por el que sintió una pasión tan grande como su amor por el deporte mismo. La gran colección de objetos alusivos a los Yankees que decoran la que fue su oficina, en su casa, lo atestiguan: se puede ver un bote de basura con la imagen de Dereck Jeter, cientos de boletos y acreditaciones de partidos a los que asistió, réplicas en miniatura de las leyendas del equipo, postales, pelotas y fotografías autografiadas por figuras como Joe DiMaggio, gorras, cortinas, jerseys, tarjetas de navidad para Tommy y su familia —firmadas por George Steinbrenner, el dueño de los Yankees—, incontables recuerdos que fue coleccionando a lo largo de su vida, de sus viajes. De sus aficiones, Marilyn Monroe y Betty Boop también fueron personajes centrales.

Después de la estancia en Cuba, su familia se trasladó a la Ciudad de México. Tommy solía ir al Hotel Galveston a pedir autógrafos, pues era el hotel en que se hospedaban los equipos de beisbol que visitaban la capital para jugar contra alguno de los equipos locales. Aficionado recalcitrante desde ese momento, creció al mismo tiempo que el beisbol llegaba a entronarse como el más seguido de los deportes en México. Con la devoción de un niño ilusionado llevó desde entonces registro de la historia del juego en nuestro país y se hizo un experto.

Admirador de Buck Canel, quien sabía describir a detalle a cada jugador y cada jugada incentivando la imaginación de los escuchas, era en su opinión, el mejor narrador por radio de habla hispana en la historia del deporte. También admiraba en esos inicios a Felo Ramírez por sus grandes conocimientos y a otros cronistas deportivos estadounidenses como Mel Allen, Phil Rizzuto, Red Barber y Vince Scully.

En su época de secundaria, contaba Tommy Morales, había un profesor que de vez en cuando lo dejaba salir temprano para que, junto con un amigo, fuesen a ver el beisbol a los parques, siempre y cuando le escribiera la reseña del partido. Ya desde entonces tenía un seguidor para sus escritos.

Siendo joven aún, en 1952, ocurre una presentación afortunada. Un amigo de su hermano lo presenta con Ángel Fernández, quien luego se haría leyenda como narrador de futbol, y que en ese momento era apenas un joven cronista que escribía sobre beisbol en el Excélsior y era director de la revista Hit, aquella que había fundado Lalo Orvañanos y que luego retomaría un grupo de jóvenes cronistas para darle algunos años más de tirajes. Junto con su hermano, Tommy Morales y Ángel Fernández forman el proyecto de reconstruir en el espacio de una hora uno de los partidos de grandes ligas jugado en ese día, en un programa llamado El juego de hoy. Ellos, los Morales, escuchaban la narración original en inglés y lo traducían para que Ángel Fernández lo narrara en la radio mexicana, primero en Radio 620, La estación de la música que llegó para quedarse, de siete a ocho de la noche. “Es un batazo largo y ¡allá vaaaa!”, fue la primera frase que los caracterizó. En ese momento el mismo Ángel Fernández era quien de su bolsillo les ayudaba económicamente a los hermanos Morales, pues el programa no tenía presupuesto.

Mientras se dedicaba a esto, Tommy Morales ingresó a la licenciatura de Derecho, eligió esa carrera porque algunos compañeros suyos le habían dicho que era la carrera más fácil de sobrellevar en cuanto al estudio. Lo engañaron, dijo luego, cuando le comenzó a ir mal en las calificaciones. El programa en cambio poco a poco ganó adeptos. Al año ya contaban con el patrocinio de llantas U.S. Royal y se cambiaron a Radio 590, fue entonces que realizó sus primeras narraciones. En 1954 se mudaron de nuevo con el programa a la XEB, una estación de renombre de la época.

Fue en la "B" donde conocieron Óscar Esquivel, al que apodaban El Rápido por su caminar pausado, que entonces era operador y quien a la postre también se convertiría en un grande de las narraciones beisboleras. Por sugerencia de Tommy Morales, Ángel Fernández le hace un lugar en la transmisión a El Rápido. En ese mismo año del 54 dejó la carrera de Derecho, aceptando finalmente que no era su vocación, ni iba a ser fácil concluir unos estudios que habían resultado más difíciles de lo imaginado en un principio. Ángel Fernández le da la oportunidad de escribir en Hit. Ahí realizó su primera entrevista con el segunda base Herberto Blanco, un ídolo suyo de origen cubano. En esta revista convivió y se formó con varios de los que en años posteriores se convertirían o ya eran grandes cronistas del beisbol, como Rafael Reyes Nájera Kid Alto y Leopoldo Meraz. La misma editorial de Hit producía otras revistas, entre ellas Selecciones de Hit, una revista de variedades que fue encargada a Tommy Morales. Su primera columna se llamó Paren el juego.

Su relación con las letras apenas iniciaba: para 1956 llega a La Afición, el más importante periódico deportivo de la época, dirigido por el legendario Alejandro Reyes Fray Nano. Su primer ocupación sería en el departamento de cables, donde se recibían todas las noticias de último momento y los artículos enviados por escritores. Luego, en el 58, comenzaría a escribir sus primeras notas periodísticas sobre el beisbol para este diario. Su conocimiento del inglés, hace que le encarguen cubrir ciertos eventos de golf y Fórmula 1, que cubrió por profesionalismo, y aunque los deportes ajenos le impresionaron positivamente, la verdad es que, como él mismo lo decía, hacer estas otras cosas siempre lo molestó por obligarlo a perderse algún partido de beisbol o no haber podido escribir sus columnas beisboleras.

En 1959 es nombrado editor de la sección de beisbol por Antonio Andere, subdirector de La Afición, que debemos recordar, era en aquel entonces la sección de mayor relevancia pues era el beisbol el deporte más popular del país y no el futbol, aunque venía ganando popularidad entre los aficionados. Andere mismo, que sabía que todo mundo le decía Tommy, le propuso el nombre de su longeva columna Tommy al bat, que escribió por más de 50 años y que se originó bajo la estricta supervisión de Andere mismo y Fray Nano, dos decanos del deporte mexicano.

Para Tommy Morales 1961 fue un año agridulce: experimentó por primera vez la explosión de emociones que le ocasionara el Clásico de Otoño. Con el permiso de Fray Nano realiza un viaje para presenciar su primera Serie Mundial, evento que marcaría la vida del cronista deportivo. Ese año, más tarde, ocurre el fallecimiento de Fray Nano, su maestro, una pérdida irreparable. Tommy Morales continuaría escribiendo en La Afición por mucho tiempo más hasta cumplir los cuarenta y cuatro años de carrera dentro del diario. Ahí enseñó y dio lugar a muchas de las jóvenes promesas del periodismo. Su cualidad como tutor signaría el quehacer y corazón de muchos, Alfredo Domínguez Muro lo recuerda así: «Cuando yo empecé, me mandó a un programa que hacía Tommy Morales en la mañana, se llamaba El ancho del deporte. Con Tommy aprendí que no es a golpes, como en DeporTV sí lo era (el meterte, el ganar minutos, etcétera). Tommy era un tipo que además era muy profesor, muy maestro».

Durante un breve tiempo La Afición fue comprada por El Universal, pero en el año 2000 los nuevos dueños terminaron con el diario y así acabó la participación de Tommy Morales. Fue invitado entonces a escribir en el ESTO, otro de los grandes periódicos deportivos de México, donde colaboró por muchos años.

El legado escrito de Tommy Morales habría de trascender los medios impresos. En 1968 escribió el primero de sus muchos libros sobre beisbol, que se tituló “Tommy al Bat. El beisbol y sus héroes”. Vinieron luego: “Los grandes juegos”, “Los grandes equipos”, “La Historia completa de los Diablos Rojos de 1940 a 1972”, “Diamante Esmeralda”, “Pasión por los Diablos Rojos”, “Los mejores beisbolistas mexicanos” y varios más.

Su vida ya estaba por completo volcada al beisbol y así permanecería. En el Parque del Seguro Social, trabajó primero como parte del sonido local, ahí compilaba y anotaba los detalles de cada partido para la Liga de Beisbol mexicana. Con una reputación ya forjada en el ambiente beisbolero se le ofreció participar por primera vez en transmisiones televisivas. Fue en la década de los 70, en Canal 11, transmitiendo la final entre Córdoba y Saltillo. Después, transmitió los partidos de los Tigres, pues un directivo del equipo felino, Jorge Pulido, lo invitó luego de lograr que se televisaran los juegos del Parque del Seguro Social. Compartió micrófonos con el mismo Jorge Pulido y su hijo, del mismo nombre. Cubrió casi todas las Series del Caribe desde 1971, año en que la Liga del Pacífico se unió al evento, viajando así por todos los países participantes, como Puerto Rico, Venezuela y República Dominicana. En 1972 es invitado por el periódico La Prensa de Managua, diario nicaragüense, para que escribiera durante la Serie Mundial Amateur. Comienzan a invitarlo a que cubra eventos y programas deportivos, siempre como experto del beisbol. En Imevisión trabajó en programas como En Caliente, o El ancho del deporte y realizó transmisiones de juegos como comentarista, como la Serie del Caribe donde compartió micrófonos con Enrique Kerlegand y El Cananea Reyes. En Televisa participa brevemente en Sábado Deportivo en Televisa, donde fue compañero del Che Ventura.

Tommy Morales se convirtió, con el tiempo, en otro elemento del mundo del beisbol mexicano. Alejandro Lara, compañero suyo en Imevisión, lo recuerda: «Era un hombre que conocía el beisbol de principio a fin. Vivía el beisbol. Nunca faltó a un partido, iba a todas las Series Mundiales, tenía un archivo de todos los jugadores del pasado. Narraba en televisión la Serie Mundial, las narraba como si estuviera pasando en el momento. Con tales datos, con tal información. Así lo recuerdo, lo extraño mucho, lo gozaba. Escribía mucho en el periódico y yo seguía su columna. Fue también un hombre muy altruista, un hombre admirable por su conocimiento, por su personalidad. Es de esas figuras que no se olvidan». Apreciado dentro de los distintos círculos del juego, fue amigo, consejero, crítico y aficionado entusiasta de jugadores, directivos, managers y de todo aquel que participara dentro del ambiente beisbolero. Sus escritos, siempre elocuentes y con una precisión elegante, le convirtieron en escritor esencial.

Tommy solía ir al Hotel Galveston a pedir autógrafos, pues era el hotel en que se hospedaban los equipos de beisbol que visitaban la capital para jugar contra alguno de los equipos locales.

El mismo Tommy Morales hablaba del rigor de las crónicas de antaño, donde las fotografías eran apenas un apoyo, cuando llegaban a existir y no ocupaban, como hoy, la mitad del espacio dedicado a un escrito. Había que desarrollar un verdadero oficio como escritor. Para Teodoro Cano las columnas de Tommy Morales: «Eran excelentes, les daba el énfasis que había que darle a los escritos cuando veía un juego, ese chispazo que tiene el beisbol lo transmitía en sus crónicas». Es también recordado como un hombre sociable, de carácter festivo y alegre. El mismo Teodoro Cano recuerda que en sus inicios, cuando trabajaba como redactor en La Afición, usaba un radio de onda corta para escuchar las transmisiones deportivas de distintas partes del mundo y cuando Tommy Morales llegaba a la redacción luego de un partido, le pedía que pusiera su música: «A Tomás le encantaba la música guapachosa, siempre me decía “¿hoy no va a poner mi música?”» Se dice que por su afición a la fiesta y por su gusto por pasar tiempo con sus amigos hablando de beisbol, le llegaron a apodar Tommy al bar.

De sus muchas crónicas, guardaba en su memoria de manera especial aquella que hizo un 14 de julio de 1969, en el Parque del Seguro Social, cuando tuvieron un juego de 22 entradas entre Broncos de Reynosa y Diablos Rojos; terminó a las dos y media de la mañana la crónica y la publicó en La Afición, al día siguiente. Durante su carrera entrevistó a todos los grandes personajes del beisbol profesional, como Joe DiMaggio, Casey Stengel, Mickey Mantle, Beto Ávila, Billy Martin, Melo Almada y muchos otros, a quienes siempre sorprendió por el conocimiento que poseía de sus carreras.

Ya en la década de los 80, por invitación de Raúl Orvañanos y Carlos Albert, se unió a un programa de beisbol en Radio ABC, al lado de Demetrio Hernández. La idea era entrevistar cada día a alguien relacionado con el beisbol y lograron hacerlo por 333 días. Luego, en el noventa, Alfredo Domínguez Muro lo invita para cubrir los partidos de las Ligas Mayores en Multivisión; también fue parte del equipo de Domínguez Muro en Palco Deportivo, la productora de contenidos deportivos del periodista. Tuvo además la oportunidad de cubrir series de Play off y Series Mundiales en dichos encargos. Contabilizando las Series Mundiales que cubrió en su carrera, puede encontrarse un número que ronda, impresionantemente, en la media centena. También en aquella década cubrió la Liga Mexicana del Pacífico, para lo cual se mudó temporalmente a Mexicali, y en 1997 ingresó a la compañía PCTV, televisora de paga que posteriormente habría de permitir la llegada de ESPN. Ahí trabajó por nueve años, en los que cubrió Ligas Mayores, Liga Mexicana, Liga del Pacífico, Ligas Pequeñas y La Serie Mundial Colegial. El canal, luego de que ESPN se reestructurara, se convirtió en TVCDeportes, canal deportivo en que Tommy Morales continúo laborando desde 2007, año en que pudo cubrir por primera vez una temporada completa de los Diablos de México como narrador, equipo del que era seguidor confeso. Además cubrió la información del beisbol para Cadena 3.

Su años de incansable labor en distintos medios de comunicación tendría sus recompensas. En el año 1990, con gran alegría para él, fue elegido para ser parte del Salón de la Fama del Beisbol profesional mexicano, como reconocimiento a su gran trayectoria periodística y como parte fundamental de la historia de dicho deporte en nuestro país. Cuentan que, con pretexto de cualquier llamada, preguntaba alegre y presuntuoso a su interlocutor “¿Vas a creer que estoy en el Salón de la Fama?”. Finalmente, a sus 85 años de edad, el 27 de febrero de 2018 Tomás Morales terminaría su andar en el mundo de los vivos. Si el nirvana de los beisboleros existe, seguramente Tommy estará narrando las jugadas de las grandes estrellas del beisbol, de su adorado Joe DiMaggio.

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