VOCES DE HOY

ALBERTO LATI

COMO PERIODISTA DEPORTIVO HA CREADO SU LUGAR, SE HA CONSTRUIDO UN ESPACIO ÚNICO SIN EXAGERACIÓN, Y ES QUE, PARA REALIZAR SU TRABAJO, IMPRIME EN ÉL SU CULTURA, SU HABILIDAD NARRATIVA, SEGURAMENTE INFLUIDA POR SU CONOCIMIENTO DE LA LITERATURA.

La labor de Alberto Lati Mercado, intencionalmente o no, ha consistido en trastocar la crónica deportiva, hacer del deporte un medio, no ya un mero fin de entretenimiento, sino una puerta hacia otros ámbitos, otros países, otras culturas, otras gastronomías, otros artes, otras historias, otros pasados, en fin: una comunicación con la otredad.

Quienes son adeptos a las transmisiones deportivas conocen su rutina: viajar con antelación (meses o incluso años), a aquella tierra donde ha de celebrarse una gran justa deportiva, casi siempre se trata de Copas Mundiales de futbol y Juegos Olímpicos, y adaptarse a la vida local, ejecutar un inmersión total en la cultura del lugar, explorar aquellos ángulos del país que le resulten interesantes, empaparse de la política, la historia, las luchas sociales, hacer entrevistas, realizar cápsulas donde se dé al espectador una perspectiva más amplia del país anfitrión de los juegos a celebrar....

S O Y U N V I A J E R O EMPEDERNIDO Y U N A MANERA D E V I A J A R E S R E L A T A N D O L O QUE V I A J A S T E .

Quienes son adeptos a las transmisiones deportivas conocen su rutina: viajar con antelación (meses o incluso años), a aquella tierra donde ha de celebrarse una gran justa deportiva, casi siempre se trata de Copas Mundiales de futbol y Juegos Olímpicos, y adaptarse a la vida local, ejecutar un inmersión total en la cultura del lugar, explorar aquellos ángulos del país que le resulten interesantes, empaparse de la política, la historia, las luchas sociales, hacer entrevistas, realizar cápsulas donde se dé al espectador una perspectiva más amplia del país anfitrión de los juegos a celebrar. Conforme las crónicas de Alberto Lati han madurado el vínculo con el deporte se ha hecho más tangencial. A veces incluso, abarcan temas completamente desapegados del deporte. Así lo entiende él:

«Nunca me visualicé, nunca me imaginé haciendo otra cosa que no fuera comentarista deportivo. Es curioso, ¿no? Ya de repente hablo más, en los espacios en los que tengo la fortuna de colaborar, de emociones ajenas al deporte que del deporte mismo, pero en el fondo creo que contar historias es lo importante». Sí, desde pequeño tenía el sueño de llegar a convertirse en comentarista deportivo: «Es curioso que a los cinco años de edad, desde que tengo uso de razón, yo ya decía que quería ser comentarista deportivo y en particular comentarista de futbol. Si yo entendía bien lo que tenía que hacer un cronista, yo te respondería que no, más bien me imaginaba narrando un gol, que ha sido justamente el camino que no he tomado en la crónica deportiva». Pero el sueño se transformaría con el paso de los años.

Ingresó a Televisa con apenas 17 años, en 1995. Era estudiante de preparatoria, con la mira puesta en cursar la carrera de Ciencias de la Comunicación, que a la postre estudiaría en la Universidad Iberoamericana. Ávido por participar admite, ya con el paso del tiempo, que aún no estaba preparado para hacer una transmisión televisiva. Reconoce que tuvo tutores de gran talla.

«En ese momento eran el Che Ventura, don Jorge y el señor Teodoro Cano, dos personajes que yo siempre veré, no solamente por ese rol de maestros, también de mentores, también de guías, un rol a ratos ciertamente paternal porque yo era muy joven, era muy inexperto». Su primera experiencia en la televisión no salió como lo esperaba. «¡Terrorífica, pavorosa! Me acuerdo perfectamente… Finalmente se me da la posibilidad de hacer unas cápsulas y recuerdo perfecto la grúa con la cámara mientras iba acercándose hacia mí, empezaban a temblarme las piernas y no podía controlar ese temblor y no sabía qué hacer con las manos y no lograba modular mi voz, no lograba comunicar ideas y no lograba dejar de trompicarme, de encimarme, de trabarme y al final no decía nada, era muy difícil en ese momento». Luego, en el año 2000, inició una forma de hacer reportajes que lo arrastraría, que lo obligaría a comprometerse a fondo: «Cuando venía la Eurocopa 2000, que fue mi primera asignación importante en Holanda y Bélgica, yo estaba a mitad de la carrera, normalmente iba a la universidad todo el día… Regresaba a Televisa y vivía como podía con mis entregas, volviéndome loco. »Al ir a este primer viaje estaba muy impregnado de una mente de campus, decidí empezar a aplicar a los reportajes la parte sociológica, la parte filosófica, la historia del arte y muchas nociones más. Las buscaba aterrizar y vi que a la gente le gustaba. ¿Cuánto lo logré en ese momento? No me corresponde a mí decirlo, yo creo que lo logré muy poco y creo que todavía sigue pendiente lograrlo mejor, pero la aventura ahí comenzó». Más adelante viene el viaje a Japón, a la Copa Mundial de 2002. Durante este viaje Alberto Lati confiesa haber sentido cierta resistencia a compenetrarse con el país. Quería ser uno más de los que transmitiría el Mundial, y hacer su vida como cronista en la órbita del futbol, de los partidos de futbol. Pero, como lo asevera:

«De a poco fui entendiendo que era una gran oportunidad para que la audiencia viajara, con mucha humildad dicho esto, de la mano del proyecto que hacíamos: llevar a la audiencia, a que la gente pudiera experimentar los colores, sabores, olores de ese país en el que estabas porque finalmente el mundo era más grande que hoy, quiero decir, con la redes sociales nos hemos aproximado más a lo que sucede en cualquier confín; en ese instante parecía más remoto lo que pudiera acontecer en una esquina de Tokio y la consigna fue, que así lo buscamos desde entonces en cada corresponsalía: que la gente viajara con nosotros».

Fue una dura transición. La idea de viajar de país en país, de un ciclo mundialista a otro olímpico y luego a uno más, le parecía difícil de digerir, no era el rumbo que creía ser el mejor para él. Como lo cuenta Lati, nunca imaginó convertirse en un viajero.

«Tuve un pleito contra esa inercia, en Televisa querían que yo siguiera haciendo sus viajes y yo no quería mantener esa etiqueta de que viajaba, yo quería más bien regresar a una realidad más estable en México porque era complicado, porque la nostalgia, porque el adaptarte, porque cuando más contento estabas se cortaba ese proceso, como sea, pero una inercia que iba a poder más conmigo y que me iba a dar muchísimo a mí, iba a generar un personaje me gustara a mí o no». Sus propias habilidades lo habían llevado a realizar ese tipo de reportajes, y él mismo acepta que no tenía las cualidades para ser un buen narrador: «Ya luego se dio la posibilidad de narrar. Javier Alarcón me decía: “¿por qué no pruebas narrar?” y yo le explicaba: “Porque no tengo la dicción, no tengo la voz idónea y porque hay otras cosas que creo que puedo hacer mejor”. No se trata de cumplir solamente con el “ya ahora narro”».

Como periodista deportivo ha creado su lugar, se ha construido un espacio único sin exageración, y es que, para realizar su trabajo, imprime en él su cultura, su habilidad narrativa, seguramente influida por su conocimiento de la literatura, su sensibilidad para encontrar aquellas historias que merecen la pena ser contadas y desechar aquellas demasiado campechanas o llenas de lugares comunes. Si cabe la palabra “original” en el mundo de la narración deportiva, tendría que corresponderle a Alberto Lati. Él mismo entendía la tarea que estaba frente a él.

«Y en mí estaba el estar a la altura de ese personaje que estaba generando y la manera de estar a la altura era leer muchísimo del lugar al que iba. Mimetizarte, involucrarte en el pueblo, de ser parte del pueblo, estudiar el idioma, tratar de no hacer las cosas superficiales, escapar al cliché o al estereotipo, esa noción de que si vas hablar de Sudáfrica: el Apartheid, Mandela, a lo que sigue; vas a hablar de Alemania, pues el muro de Berlín —describe entre risas—, lo que sigue. Romper con esos prejuicios y llevar la cobertura a un nivel de profundidad más especial fue lo que se intentó. Muchas veces me habré quedado evidentemente en el estereotipo o en la generalización o simplificación, pero para mí fue muy importante».

Ya reconciliado con las primeras dificultades, su papel en los medios le ha resultado tan grato como puede serlo, lleno de pasión y autenticidad. Así lo acepta.

«Me divierte contar historias, me divierte sentir que yo aprendo y me sorprendo porque en la medida en la que lo consiga voy a conseguir que la audiencia se sorprenda. Si tú ves de una manera plana a cada una de tus emisiones, evidentemente la gente te va a percibir con esa misma llanura. Si tú vas con un afán de encontrar algo distinto a cada experiencia, sea cuando escribes, sea cuando vas a una cápsula de audio, sea cuando estás preparando un reportaje, sea cuando estás a cuadro, entonces la gente automáticamente va a tener ese tipo de traslado. En el fondo hay maneras de viajar y soy un viajero empedernido y una manera de viajar es relatando lo que viajaste, una manera de viajar es escuchando las historias de viaje de otra persona».

Consolidado como periodista, considerado uno de los más prestigiosos cronistas deportivos actuales, Alberto Lati es un vínculo para la audiencia con los sitios distantes a los que es enviado. Al momento de realizar sus contenidos tiene presente que «lo importante aquí es tener la creatividad para ir conformando el producto de una manera diferente». Y agrega: «Yo creo que tenemos que ir capacitados, nuestra labor no es proyectar que el evento es bueno o es malo, sino que es cómo lo estamos viendo, no estamos para maquillar ni para glorificar, estamos para enseñar las cosas como las percibimos: con argumentos, con objetividad».

“Contar historias es lo importante. Me divierte contar historias, me divierte sentir que yo aprendo y me sorprendo porque en la medida en la que lo consiga voy a conseguir que la audiencia se sorprenda.”

“Los que somos comentaristas deportivos tenemos la posibilidad de una especie de regresión a la infancia cuando te imaginabas narrando con tu bolígrafo, con tu lápiz en tu escuela, los goles del partido con tus amigos o en el videojuego. Es una regresión permanente y creo que lo menos que podemos hacer por respeto al niño que fuimos y que soñó con dedicarse a esto es gozarlo.”

Luego de más de veinte años en Televisa, en 2016 salió de dicha televisora para sorpresa de muchos. Su lugar ahí parecía estable, y en verdad no había ni hay aún, quien lo supla. Tal como él lo asegura, los espacios donde podían incluirse el tipo de contenidos que él realiza se habían ido perdiendo. Durante su estancia en Televisa cubrió cuatro Juegos Olímpicos, y cuatro Copas del Mundo, una Eurocopa, una Copa Confederaciones, un par de Copas Américas, y otros muchos eventos deportivos. Apenas unos meses más tarde, ingresó a las filas de Fox Sports, donde trabaja desde entonces, resultando digno de ser resaltado su trabajo para el mundial de Rusia 2018, el cual consistió en un programa televisivo de varios capítulos de nombre Latitud Rusia, que se realizó en cooperación con el canal de televisión de National Geographic, donde se hicieron contenidos destinados a mostrar la compleja sociedad rusa, abarcando desde sus músicos célebres como Tchaikovsky hasta anécdotas sobre la Segunda Guerra Mundial. De su ingreso a Fox Sports dice: «Me encanta que además en Fox Sports me permitan que tenga ese rango para hablar de literatura, de historia, para hablar de nociones financieras, de nociones gastronómicas y nos vamos a lo que tú me digas, es un rango muy abierto el que aquí se me ha entregado y además, propiciado, pero no por no ir a hacer eso implica que vayas y lo mismo te resulte que estés en Rusia o que estés en Pakistán. Se necesita un entendimiento básico del sitio en el que se realizan las cosas, del contexto en el que se realizan las cosas, tiene que existir». Tal como señala, el deporte, siendo una expresión cultural también está permeado y vinculado a la sociedad donde ocurre. De ahí que su intención sea hallar esas anécdotas relevantes, esos datos interesantes y aquellas curiosidades de una sociedad, que logren despertar el interés y capturar la imaginación de la audiencia, al mismo tiempo que ayuda a la mejor comprensión del contexto en que ocurrirá el evento deportivo. Después de más de cien países visitados, una cantidad verdaderamente insólita; de radicar en ciudades de todo el mundo; de haber aprendido idiomas como el griego, el ruso, el japonés, entre otros; de entrevistar a una multitud de personalidades de todos los ámbitos, desde músicos pop como Madonna, hasta premios Nobel como el Dalai Lama, Alberto Lati ha logrado evadir el cliché del cronista deportivo y ha mutado en un contador de historias para disfrute de sus seguidores. «Los que somos comentaristas deportivos tenemos la posibilidad de una especie de regresión a la infancia cuando te imaginabas narrando con tu bolígrafo, con tu lápiz en tu escuela, los goles del partido con tus amigos o en el videojuego. Es una regresión permanente y creo que lo menos que podemos hacer por respeto al niño que fuimos y que soñó con dedicarse a esto es gozarlo».

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