VOCES DE HOY

CHRISTIAN MARTINOLI

CHRISTIAN MARTINOLI HA FORJADO UN CAMINO EN EL QUE SU PASIÓN DESBORDADA, SUS COMENTARIOS Y LA CRÍTICA SIN FILTROS QUE HACE DURANTE LAS NARRACIONES, LE HAN MERECIDO MUCHOS SEGUIDORES.

La mayoría de los cronistas deportivos coinciden en que uno de los grandes sacrificios de la profesión radica en perder muchos momentos relevantes de la vida familiar y social. Mientras ellos hacen coberturas o transmisiones, en la vida cotidiana ocurren bodas, cumpleaños importantes o festivales escolares a los que lamentan no acudir. Christian Martinoli Curi, en cambio, parece tener la personalidad perfecta para dedicarse al periodismo deportivo, ya que no tiene problema en perderse los eventos sociales.

No le gustan las fiestas, jamás baila, no acude regularmente a bares ni convive con grandes grupos de amigos. A diferencia del personaje bullanguero y estrafalario que ha construido en sus transmisiones, afirma que en persona es un hombre hosco y hasta tímido....

La crónica deportiva fue su segunda opción para ganarse la vida, sin embargo es donde destacó hasta convertirse en el narrador deportivo más popular del momento en la televisión mexicana. Junto a Luis García y Jorge Campos ha conformado un equipo que a través de las pantallas de TV Azteca transmite con gran éxito partidos de la Primera División de México y sobre todo de la Selección Nacional de futbol.

«Yo quería ser jugador de futbol como mi padre, quien jugó en Argentina. Pero hubo un momento en que me terminó por desilusionar el juego como tal. Me di cuenta que no era tan bueno como hubiera pensado para llegar a primera división, así que a los 17 años entré a la universidad a estudiar periodismo y me dediqué a la comunicación deportiva».

"Como futbolista amateur, formó parte de las fuerzas básicas del Toluca de 1989 a 1994. Cuando estaba en la reserva profesional, a punto de formar parte del equipo de Primera División, se dio cuenta de que jugar futbol le gustaba más por diversión que como profesión. Dejó el deporte para siempre y se mudó a la Ciudad de México para estudiar la carrera, al tiempo que buscó trabajo en el periódico El Sol de Toluca, donde le dieron la oportunidad de colaborar como reportero los fines de semana, cubriendo la fuente del equipo local. Resulta irónico que en un día era prospecto de futbolista y a la semana siguiente estaba entrevistando como reportero a sus ex compañeros de profesión.

Posteriormente buscó trabajo en una estación de radio dirigida por el periodista mexiquense Tonatiuh Bravo, donde inició como narrador en los partidos de los equipos Toluca y Atlético Mexiquense. Durante los cuatro años que duraron sus estudios de periodismo en la Ciudad de México, los fines de semana viajaba a Toluca para realizar esas transmisiones de radio. De esos días acumula recuerdos que hoy resultan pintorescos, pero que sin duda constituyen una parte importante de la figura que es Christian actualmente.

«Alguna vez tuve la oportunidad de narrar un partido, Zacatepec contra San Francisco del Rincón, Los brujos de San Francisco, que ganó Zacatepec 1 a 0, con gol de Edson Zwaricz, un brasileño que llegó a jugar en los Tecos por ahí de 1993, 1994. Me aceleré mucho, me invitaron en Televisión Morelense, por parte de la escuela donde estudiaba la carrera, me pagaron mi refresco Titán de grosella, mi sándwich y me pusieron en un Pullman de Morelos, me recogieron en Cuernavaca y me llevaron, a 400 mil grados centígrados, al estadio Coruco Díaz».

Al poco tiempo de vivir en la Ciudad de México logró entrar a la radio, en un programa que conducían el doctor Alfonso Morales y Enrique El Perro Bermúdez en la W. Recuerda que sólo estuvo un mes en ese programa, de donde salió despedido tras una discusión con el doctor Morales, por una nota que Martinoli había grabado y que al doctor no le gustó. Cuando intentó defenderse, argumentando que el productor del programa había arruinado la nota con sus correcciones, el doctor explotó y lo echó del programa augurándole un futuro de fracaso debido a su falta de humildad. Christian Martinoli es alguien que no se queda callado, no teme decir lo que piensa. Ese rasgo destaca de su personalidad y contribuyó en la conformación de su estilo crítico y ácido.

A la vez que forjaba una carrera en la radio, hacía de corresponsal independiente para cadenas estadounidenses como Univisión, Telemundo, Fox Sports América o ESPN, trabajo que realizaba para el productor y camarógrafo Jaime Silver. Con él realizó, entre otras, las coberturas de los Mundiales de Estados Unidos 1994 y Francia 1998. Durante esa competencia conversó en París con Luis Manuel Jaramillo, director de cámaras de Azteca Deportes, quien le consiguió una entrevista de trabajo con José Ramón Fernández una vez terminado el mundial.

Su inicio en TV Azteca no fue algo sencillo. Recuerda su primer encuentro con José Ramón Fernández, quien no dudó en jugarle una novatada: cuando se presentó a la entrevista que Luis Jaramillo le consiguió con el productor Enrique Valdez, Martinoli vio llegar a José Ramón a las oficinas, al verlo le preguntó quién era y qué hacía ahí. Martinoli le dijo a qué iba y José Ramón le dijo: —Ah, usted es el amigo de Jaramillo ¿qué hace? —Narro futbol, señor, respondió Christian. —Ah, ¿usted narra? ¿cómo ves, Valdez, que el señor narra? Usted es un pendejo, le dijo, tras lo cual le dio un “sape” y se fue. Pero antes le dijo a Enrique Valdez: “Atiende al señor, que narra.

En esta época mucho mas globalizada y banalizada, el periodista deportivo termina siendo algo más que un vínculo o un intermediario de la pasión de un juego, en ocasiones terminas protagonizando la escena, a veces sin querer, a veces queriendo, por lo menos en mi caso.”

La primer tarea que le encomendaron en Azteca fue conducir unos programas de quince minutos, previos a los partidos de primera división, con los que pretendían atraer más público a las transmisiones de los encuentros. Las emisiones eran conducidas por dos jóvenes, Christian y Sandra Chaín, y consistían en aportar datos sobre los equipos que se enfrentaban e información sobre las ciudades donde se jugaban los encuentros, todo en un tono juguetón y desenfadado, nada especializado. Después de un programa en el que la co-conductora llenó a Martinoli de harina y espuma, éste se puso furioso y en cuanto terminó el programa fue a hablar con Valdez y renunció, argumentó que eso no era a lo que se dedicaba. El productor lo convenció de no irse, pero desde ese momento dejó claro que su objetivo estaba enfocado en el periodismo y la narración, más que a la conducción de entretenimiento.

Con el paso del tiempo empezó a narrar partidos y a formar parte de la emisiones de Los Protagonistas y DeporTV. El Mundial de Corea-Japón de 2002 fue el primero que cubrió con la televisora y ahí tuvo una grata sorpresa cuando José Ramón le informó que le cedería su lugar para que fuera el narrador de la final del torneo, a lado de Emilio Fernando Alonso, con quien en adelante formó una mancuerna narrativa muy éxitosa, misma que se vio interrumpida en 2006, cuando don Emilio sufrió el derrame cerebral que lo alejó por un tiempo de las transmisiones.

Las influencias de Christian Martinoli están marcadas por narradores de México y Argentina, dada su ascendencia: «Tengo una cuestión bicultural, mi madre es mexicana y mi padre es argentino. Viví ocho años en Argentina y después me vine con mi madre a México. Mi papá me mandaba casettes con grabaciones, porque el futbol en Argentina no se pasaba en televisión. Y entonces escuchaba los 10 partidos de Primera División el domingo a las cuatro de la tarde. Era muy interesante la velocidad con la que narraban. Me mandaba muchos audios de Víctor Hugo Morales, el uruguayo que ha trabajado muchísimos años en la radio argentina; de Juan Carlos Morales, otro narrador; del Gordo Muñoz. Y en México el que más me gustaba, por supuesto, era Gerardo Peña, por su ritmo. Por supuesto admiraba mucho el estilo de José Ramón, no tanto para narrar, sino para expresarse, cómo polemizaba dentro de la televisión, cómo conducía los programas».

Martinoli se ha forjado un camino en el que su pasión desbordada, sus comentarios y la crítica sin filtros que hace durante las narraciones, le han merecido muchos seguidores. Lo sabe y afirma que no le importa. Lo que en verdad le importa es llevar a la audiencia el calor del juego, las emociones encendidas de un partido. Ése es el objetivo de Christian Martinoli. A pesar de que parece ser una indicación sobrada, divertirse ha llegado a ser una premisa para las coberturas, de modo que el espectador se enganche con la transmisión.

«Cada vez los partidos que veo son peores, por consecuencia me tengo que divertir. Fue una petición que nos hicieron en el canal, más o menos a partir de 2005. Nos preguntaron que si nos divertíamos haciendo juegos de futbol, les dijimos que sí y ellos dijeron: “pues no es cierto, porque se nota al aire”. Y fue de la mano del mismo José Ramón, antes de salir de TV Azteca, fue él el primero que, ante las presiones jerárquicas que había del canal con respecto a ratings y números y publicidad y todo, pidió que también nos empezáramos a divertir y fue eso».

Con un largo camino recorrido en el que se cuentan cinco Copas del Mundo y hasta ser la voz para los videojuegos Pro Evolution Soccer desde el año 2009, Martinoli se ha colocado entre los periodistas deportivos más reconocidos, pero también entre los más criticados. Así como es admirado, también es vituperado. Como con todos los narradores que han propuesto una forma nueva de narrar, su estilo genera polémica. Su manera de narrar y el estilo mordaz de sus críticas le ha acarreado no pocos conflictos en el medio.

El 26 de julio de 2015 fue golpeado por Miguel Herrera, entonces entrenador de la Selección Mexicana de futbol. El hecho sucedió en el aeropuerto de Filadelfia, donde coincidieron cuando el equipo y los periodistas regresaban de la Copa Oro, torneo que el seleccionado mexicano le ganó la final a Jamaica, tres goles a uno, aunque con fuertes críticas con respecto al funcionamiento del equipo a lo largo de la competencia. Las agresiones del técnico estuvieron relacionadas con los comentarios que durante el partido había hecho al aire Christian Martinoli, quien criticó al equipo, pero particularmente el desempeño y comportamiento del entrenador. Entre el público mexicano y sus colegas también tiene detractores, lo cual no le quita el sueño.

«El insulto es parte inherente de este negocio, por lo menos para algunos; hay otros que nunca se comprometen en un solo comentario durante 40 años de carrera y pues le caen bien a todos. Yo no soy así, yo sí tengo jugadores que no me quieren y está de más decirlo, entrenadores que no me quieren, directivos que no me quieren y muchos aficionados que no me quieren.

»A mí lo que digan los demás me importa un cacahuate. No me interesa. Me critican y me imitan, no entiendo nada. A mí el Mago Septién y Sonny Alarcón me parecen fantásticos; el ingeniero La Madrid y Ángel Fernández, ¡fenómeno! Fueron épocas muy buenas. Emilio Fernando Alonso, un maestro también. Ha habido mucha gente que ha sido fenomenal, me pueden gustar o no las cosas que hayan dicho o hecho, pero cada quien tiene su sitio. A mí, si me reconocen y me entrevistan está bueno, si no me entrevistan también está bueno. Lo que sí me calienta es que hay algunos que se llenen la boca tirando basura de nosotros, cuando después son los primeros que buscan imitarnos, eso sí me da un poco de hueva».

Su pasión y la calidad de su trabajo lo colocaron en la mesa del equipo de TV Azteca para la transmisión de la final de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, en la que la Selección Mexicana se hizo con el Oro en futbol, nada más y nada menos que ante el cuadro brasileño. Este momento es para Martinoli uno de los más representativos de los 25 años que tiene ante el micrófono.

«Había muy poca gente mexicana en los partidos de México. En los tres partidos que se jugaron en Wembley había 90 mil personas, de los cuales 5 mil eran mexicanos, cosa que nunca sucede. Cuando hay un Mundial hay 40 mil mexicanos, 30 mil mexicanos. Acá no era la situación; sin embargo, sabíamos que la expectativa por generar y ganar un oro en México es impactante, y cuando es futbol se catapulta y duplica. Fue un partido emocionante. Uno sabe qué partido está narrando y sabes dónde le puedes meter más, dónde menos, donde sabes que puede trascender o no tu narración. Yo, al ver el segundo gol de Oribe Peralta, me aventuré al decir “gol de oro” refiriéndonos a que era el gol de la medalla, cuando quedaban todavía más de 20 minutos».

En esa final, afirma, la emoción lo desbordó, sus comentarios alcanzaron una magnitud que no sospechaba y que, finalmente, trascendieron junto con el resultado del encuentro.

«Me decía: “México está ganando el oro, ¿qué más tengo que decir?” Siempre tuve una debilidad por el juego de Oribe Peralta, pero ahí le dije que lo amaba y que era lo mejor que había pasado en la vida, que nunca se muriera y empezaron a surgir más cosas, porque hay un momento que para decir cualquier cantidad de calificativos, para bien o para mal, no tengo filtro, me puedo seguir. Luego entra Luis García, que sigue diciendo que le haga hijos y cosas por el estilo. Fui un exagerado, podría decirlo así, pero al final mi narración terminó por trascender más que otras».

Con el paso de los años conserva su personalidad hermética, sin embargo, desde que se casó y nacieron sus dos hijas, confiesa que cada vez le resulta más difícil dejar su casa y a su familia para ir a realizar narraciones y coberturas. Confirma que, a pesar de la fama y los detractores, decidirse por la crónica fue la mejor decisión ante la alternativa que se le presentaba. Tras 25 años, ha hecho del cronismo su forma de vida y el sustento de su familia, aunque con ello lleguen situaciones que no son del todo agradables para alguien que no disfruta la fama.

«Lo que no me gusta es que me conoce más gente de la que yo quisiera, que me miente la madre gente que yo no conozco. Forma parte del trabajo. Y que también haya gente que me pida foto cuando no me quiero sacar fotos con nadie, porque nunca me ha gustado. La crónica deportiva te hace un poco más famoso de lo que pensabas, depende también de cómo la lleves. Yo como soy más exótico y a veces me vuelvo loco, genero más choques con la gente. A veces la crónica deportiva me hubiera gustado dejarla más en el anonimato, pero forma parte del negocio: el insulto es parte inherente de este negocio.

»En esta época mucho más globalizada y banalizada, el periodista deportivo termina siendo algo más que un vínculo o un intermediario de la pasión de un juego, en ocasiones terminas protagonizando la escena, a veces sin querer, a veces queriendo, por lo menos en mi caso».

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