VOCES DE HOY

LUIS GARCÍA

LUIS GARCÍA HA SABIDO MANTENERSE AUTÉNTICO, ANALIZA LOS PARTIDOS INTELIGENTEMENTE Y EXPLICA EL FUTBOL SIN CAER EN PRESUNCIONES, CON LA IRONÍA QUE LO CARACTERIZA Y UN TONO DE LIGEREZA QUE AYUDA A SACAR ADELANTE ESOS MINUTOS AMARGOS DE UN PARTIDO ESTANCADO.

Como delantero, Luis García Postigo era contundente, ágil y técnico. Un goleador de esos que no inventan maromas, que prenden el balón cuando les cae enfrente o se abalanzan hacia el espacio donde encuentran un remate y listo: ¡Goool! Cuando tuvo que integrarse a las narraciones deportivas como comentarista, lo acompañó la misma determinación. Junto a Christian Martinoli constituyen una de las duplas más importantes de la narración futbolera en el país en los últimos años.

Desde pequeño fue un niño inquieto, que lo mismo practicó natación que tenis, donde llegó a ser campeón nacional de dobles. Luego intentó el futbol, y se quedó ahí. Cuenta que en la escuela era dedicado por no sentirse talentoso. Ese tesón debe haberse convertido en un rasgo de su personalidad porque muy pronto logró destacar en el futbol. Vivía en Ciudad Satélite y jugaba con un equipo del rumbo....

En el año 1985 se organizó el primer mundial infantil para menores de 16 años en China y Luis comienza un proceso para formar el representativo nacional. El equipo de Satélite vence a las fuerzas básicas del América y del Cruz Azul. Es ahí donde llama la atención de Bora Milutinovic, quien lo invita a formar parte de la Selección. Comprendió que la eventualidad de jugar profesionalmente no estaba lejos y que a pesar de no habérselo imaginado nunca, podría concretarse una gran oportunidad en el deporte.

Luego del mundial infantil, le hacen ofrecimientos dos fuerzas básicas: las de América y las de Pumas. Por aquellos años la Universidad era el equipo que más se apoyaba en su cantera para reforzar a la escuadra de primera división. En cambio, el América, acostumbraba contratar jugadores ya hechos, con mucho cartel. Sus oportunidades de debutar parecían mejores en Pumas y así se lo aconsejaron, aunque muy a su pesar ya que en aquel momento era fan del América. Pasó poco tiempo para que a los 17 años debutara en primera división en contra de los Leones Negros de la Universidad de Guadalajara. Era talentoso y enérgico. En aquellas temporadas en que jugó para Pumas, se convirtió poco a poco, y bajo el amparo de grandes figuras como Miguel España y Ricardo Tuca Ferreti, en uno de los jugadores más prometedores del país. En la temporada 90-91, Pumas se coronó frente al América, un acérrimo rival, siendo él campeón de goleo de la liga. Aquel campeonato aún lo guarda en la memoria:

«Hago un poquito de historia rápidamente: habían jugado tres finales Pumas y América en un lapso muy corto de tiempo, de 1985 a 1991. En 85 ganó el América en un tercer partido en Querétaro, en esa no jugué. Y luego, otra vez en 88-89, en esa sí estuve, con Sanabria como entrenador, y volvimos a perder; yo era el suplente del suplente, no contaba para nada, jugaba muy pocos minutos. Luego vino la 90-91 y éramos como los hijos del América, nos ganaban siempre, nos exhibían, era terrible. El primer partido fuimos al Estadio Azteca y perdimos 3-2, íbamos ganando 1-0, yo metí el gol y al minuto quince ya íbamos perdiendo 3 por 1, entonces otra vez dijimos “Ya valió madre, vamos a volver a perder con América en una final, esto va a ser por los siglos de los siglos”.

»Regresamos a C.U. y entonces, antes del partido, Miguel Mejía Barón nos sienta y nos dice: “Aquí hay dos cosas: yo no creo mucho en la cábala pero cada vez que Pumas juega con el uniforme blanco, perdemos las finales con el América, entonces vamos a jugar de azul”. Normalmente nuestro uniforme de local era el blanco con el puma oro, pero aquella vez jugamos con el uniforme azul y el puma oro. Y luego nos regaló a cada uno de nosotros, grabado, un puma de oro que atrás decía 90-91 Campeones. Nos dijo: “Yo me iba a esperar al final del partido, pero voy a dárselos ahorita porque para mí, ustedes son los campeones”. Algunos lloramos, algunos se rieron, algunos no entendían absolutamente nada. Y entonces salimos a la cancha, y no sé si por cábala o por el pumita o por lo que tú me digas, por la calidad que teníamos, acabamos ganándole a un equipo poderosísimo como el América.

»Eso fue un parteaguas. El árbitro era Arturo Brizio, íbamos ganando 1-0 y con eso éramos campeones. Entonces el Tuca perseguía a Arturo Brizio, los últimos dos o tres minutos. Le decía: “Termina el partido, Arturo, termina el partido, esto le conviene al futbol mexicano, le conviene que Universidad Nacional, que son los que apuestan por los jóvenes, por los chavos, le ganen al capitalismo, al poderoso, a los millonetas. Esto le conviene a todos,no sólo a nosotros los Pumas”.Recuerdo que veía al Tuca correteando a Brizio los últimos minutos, y cuando pitó fue la locura. Para mí fue un parteaguas en mi vida porque logramos darle vuelta a un pasado muy oscuro. Yo tenía veintidós años, otra vez, no entendía absolutamente nada. Estaba Miguel España, Beto Aspe, estaba Campos, el Tuca Ferretti, uno de los más importantes, eran los jerarcas del equipo y los demás éramos muy chavitos y no entendíamos absolutamente nada. Fue un furor, algo maravilloso, un antes y un después esa final contra el América en 90-91».

Impetuoso, se desespera al recibir una oferta de la Real Sociedad para jugar en la Liga española y no poder aceptarla. Discute con la directiva por no dejarlo salir a Europa, pero la directiva misma le había advertido que llegaría una mejor oportunidad y en efecto, a los pocos meses llega una oferta del Atlético de Madrid. Su primera temporada en España fue espectacular y en la segunda hubo cierta baja de su juego. Luego vino un cambio de aires: el técnico Luis Aragonés, que lo había sabido llevar, deja el cargo y el nuevo entrenador no considera necesario para el equipo. Además, aunque el dueño del equipo le guardaba gran consideración, el hijo tenía en cambio cierta aversión en su contra. Es entonces que decide contratarse con la Real Sociedad, equipo en el que militó únicamente un año. Regresa a México, donde tuvo grandes temporadas con el América, con el Atlante y con Las Chivas del Guadalajara.

Finalmente juega para el Morelia, traspasado en contra de su voluntad y entra en disputa con la directiva de Chivas, que poseía su carta como jugador. Como represalia es trasladado una vez más, ahora a Puebla, donde acabó su carrera cuando la temporada apenas había iniciado, en el año 2000.

Es digna de mencionar su participación como seleccionado nacional. Debutó en 1990, jugó 78 partidos, convirtiendo 30 goles, con apariciones en los Mundiales de Estados Unidos 1994 y Francia 1998. En el primero tuvo actuaciones destacadas, pero en el segundo Manuel Lapuente nunca lo contempló como figura central de la Selección. En la Copa América Uruguay de 1995, logró el título de goleo que compartió con Gabriel Batistuta. Se consagró como uno de los grandes delanteros del equipo mexicano y quienes lo vieron aún recuerdan algunos movimientos clásicos en su repertorio, como aquel en el que tomaba un balón de espaldas a la portería y, realizando un efectivo giro, sacaba disparos que a menudo terminaban en gol, la famosa media vuelta a lo Luis García. Su último partido como seleccionado fue en el año 2000.

Con un retiro ya contemplado aunque algo atropellado se encuentra a sí mismo ante la duda de si sería capaz de ejercer algún otro oficio competentemente. Contaba 30 años y se encontraba en un momento de incertidumbre. Felizmente no duró mucho esa duda. Casi inmediatamente le ofrecen una oportunidad en la televisión:

«Cuando yo me retiro del futbol profesional es a los treinta años, relativamente joven para este deporte. Yo no sabía qué quería hacer, esa es la realidad. Había estudiado Contabilidad Pública, pero no había terminado porque me fui a España y hay leyes fiscales y leyes de derecho que no se replican en distintos países. En ese entonces éramos muy amigos André Marín y yo. Vi a José Ramón Fernández y él me abrió la posibilidad de ir a trabajar a TV Azteca. Me había retirado por ahí de noviembre del 2000 y en los primeros días de enero de 2001 ya estaba yo sentado en la mesa de Los Protagonistas. Fue una invitación así, ellos consideraron que al haber sido yo más o menos un buen delantero, un futbolista medianamente exitoso, con algún pasaje bueno en el futbol mexicano, podría ser un aporte importante para la mesa de trabajo y para la comunicación deportiva.

»Yo no sabía qué hacer, estaba en una fase Mientras me caso, así que dije “voy a ver esta posibilidad”; pero mirando en retrospectiva, ya tengo mucho más tiempo en los medios de comunicación de lo que estuve como jugador profesional. Lo mío no fue de vocación, no estudié comunicación, no soy periodista en ningún sentido. En mi caso fue un oficio que fui desarrollando con muchas carencias que actualmente tengo, como muletillas y formas y maneras, pero fui aprendiendo en el camino, de muchísima gente que sí eran comunicadores y voces autorizadas en la comunicación deportiva. Así fue realmente mi llegada a la comunicación, yo desde ningún punto de vista quise ser periodista. De niño sí quise ser futbolista profesional, eso lo tenía muy claro, pero la situación de la comunicación fue algo que se dio por una invitación de José Ramón y de André, que abracé porque cuando acabas de jugar futbol sales a la vida con un rezago de diez, quince años, no sabes ni pagar la luz de tu casa, ni donde está el banco, porque como eres futbolista profesional te hacen todo. Era como salir a la vida laboral con un rezago de diez años, por lo cual agradecí muchísimo esa oferta y la abracé porque era como un salvavidas, era como un reinicio para mí y acabó siendo una historia feliz. Esa más o menos fue mi llegada y porqué decidí estar en una empresa de comunicación».

En esas primeras apariciones en la televisión, no sentía tener las mejores dotes para ello, sin embargo, así como al principio de su carrera futbolística en Pumas le arroparon grandes figuras con mucha experiencia, le habría de ocurrir algo similar en el grupo comandado por José Ramón Fernández. Como tal, lo recuerda Luis García:

«Tengo una forma de hablar muy mala, hablo muy rápido, siempre lo he hecho así, y hace veinte años era más, tres cuartas partes de las cosas que decía no se entendían, me atropellaba y demás cuestiones, no sabía a qué cámara voltear. Por supuesto que tuve la enorme fortuna de trabajar en un equipo donde estaba José Ramón Fernández como cabeza, y estaba también Emilio Fernando Alonso, Enrique Garay, David Faitelson y Pepe Espinosa, en paz descanse; el Torero ( Juan Antonio Hernández), Martinoli, Rosique.

Era un trabuco ese equipo, era como el Real Madrid de la comunicación deportiva y siempre fueron muy generosos conmigo, me abrazaron, me llevaron, nunca me sobajaron, nunca me hicieron menos; cuando me equivocaba eran muy generosos.

Rafa Puente estaba por ahí, que para mí fue un tipo muy importante, junto con Gómez Junco, que ya tenían mucho tiempo siendo ex- jugadores y estando en los medios de comunicación. Siempre fueron muy generosos conmigo, también los productores, los editores, me llevaron prácticamente como un niño, de la mano, poco a poco en este oficio. Me costó trabajo, sin lugar a dudas, yo soy un tipo que se aventura, pero si no hubiera sido por esas personas que te dije y algunos más que me faltaron, no estaríamos platicando».

Si le preguntan, Luis García no cree que vaya a dejar ningún legado como comentarista, quizá equivocadamente. Apunta que «es muy importante que quede claro que no soy periodista, es una realidad, para mí el periodista merece un enorme respeto, porque es alguien que estudió y es un tipo que se ha desarrollado y que ha vivido en las trincheras, que ha ido a reportear y tal. Yo nunca en mi vida fui a reportear porque, bendito Dios, la que hubiera armado con mis nulas armas para ser un reportero». Sin embargo aprecia su trabajo y reconoce la relevancia de la labor de los cronistas:

«Es maravilloso, y otra vez, yo no lo soy, sino los verdaderos cronistas que le dan voces a las hazañas; es muy importante que exista una voz y si uno va a momentos históricos del deporte, de todo tipo de deporte, siempre te vas a acordar también del trabajo de los grandes narradores deportivos. Es una realidad que hay narraciones cumbres y claves que van a quedar grabadas y si tú hoy prendes la televisión y quieres ver cualquier tipo de deporte y no escuchas a alguien que te lo esté narrando, sí se siente que algo no está pasando, algo está faltando. El narrador, el cronista es un ente medular en el deporte, sin su voz, para bien o para mal, te guste o no te guste, si alguien no te está contando la historia, sientes que quizá algo está fallando».

Dentro del equipo deportivo de TV Azteca comenzó a participar en las transmisiones de los juegos de la Liga nacional y de los encuentros de la Selección Mexicana. Como parte del equipo que cubriría el Mundial Corea-Japón 2002, viaja a tierras asiáticas. Ahí se encontró con una sorpresa que habría de forjarlo como comentarista:

«Puede ser que el momento más feliz que me ha dado esta profesión fue cuando José Ramón me llamó a su oficina en el 2002, en Corea y Japón. Nuestra base, el IBC (International Broadcast Center) estaba en Corea y en ese entonces estaba Menotti como analista, estaba Roberto Gómez Junco y estaba Rafa Puente, tres tipos por supuesto inmensamente superiores a mí, ayer, hoy y mañana, en cuanto al comentario deportivo de futbol.

Entonces, José Ramón me llamó a la oficina y me dijo que yo iba a comentar la final, que la iban a narrar don Emilio Fernando Alonso y Christian Martinoli y yo iba a ser el analista. Me abrió la posibilidad. Fue un momento fantástico, llegué al partido y me tardé en hablar siete minutos, estaba muy nervioso, la final Brasil vs Alemania, mi primer comentario fue al minuto siete, cuando normalmente lo hago al segundo quince. Me tardé muchísimo tiempo en dar mi primer comentario, estaba totalmente frizzeado, fue un momento fantástico pero sumamente amenazante».

Tiempo después ocurre un hecho que transforma el escenario del periodismo deportivo nacional. José Ramón Fernández se separa de TV Azteca. El grupo de especialistas que había conformado alrededor suyo, comenzó a desperdigarse en una migración casi total. De repente, aquel grupo de grandes periodistas deportivos que tantos éxitos había cosechado se desintegró hasta su cercana extinción. Quedaron algunos, que con el paso de pocos años también recalaron en otros medios de comunicación.

Ya no existía ese grupo de especialistas que lo había educado en las transmisiones televisivas, sin embargo Luis García demostró poseer el suficiente carisma y talento para cargar con el peso de ser un actor principal dentro de Azteca Deportes y darle nuevos bríos a un grupo que se hallaba un tanto a la deriva sin José Ramón Fernández y sus principales colaboradores.

«Estábamos en un fantástico equipo y por distintas circunstancias nuestro jefe máximo, José Ramón, decide irse. Entonces se tuvo que empezar a reacomodar desde otro sitio. Nadie podía ser como José Ramón Fernández, nadie pretendía ser José Ramón Fernández, no hay forma alguna, es el número uno de ayer, hoy, mañana y en cincuenta vidas más adelante. Entonces tuvimos que buscar un camino diferente, irnos por el empedrado, intentar buscar un camino alternativo que a final de cuentas tuvo un éxito, a la gente le gustó; hay algunas personas a las que no les gusta tanto cómo hablamos del futbol y cómo intentamos presentarlo, pero bueno, nuestra idea fue recomponernos porque en ese momento pensamos: si seguimos por este camino y no está José Ramón, nos vamos a morir mañana. Así que hicimos un poco más informal el tema de la comunicación deportiva, mucho más... no sé si cercana sea la palabra, pero podría decirse que mucho más burda, en donde invitamos al cliente, al aficionado, casi casi a sentarse y echarse una cuba con nosotros en la mesa. Es otra forma de comunicar el deporte, así lo sentimos».

Las bromas, el desenfado con que transmiten, la hermandad que parecieran tener El Doctor García y Christian Martinoli al hacer dúo mientras narran un partido de futbol, los ha convertido en el tándem preferido de la audiencia nacional. Entre los seguidores de la liga local, y de la Selección Nacional, no hay quien desconozca las expresiones chuscas, exageradas y escandalosas, de ellos dos. Así lo explica Luis García:

«Creo que el chiste de esta dupla es que somos iguales adentro y afuera. Si tú nos ves en un elevador, en un restaurante, somos exactamente los mismos atolondrados que en la transmisión. Se dio de forma natural. Christian tiene un par de años más que yo en Azteca, él debió llegar en 1998 o 1999, yo llegué en 2001. En ese tiempo teníamos poco contacto, no nos ponían juntos. De pronto, ante la salida de José Ramón se da el tema de la Selección Nacional, Azteca logra asociarse con Televisa en esta situación o logran negociar los contratos de la Selección Nacional, y ahí, ¡pum! irrumpe esta dupla, que es natural. Nos conocemos perfectamente, sé lo que no le gusta y él sabe perfectamente lo que no me gusta.

»La gente nos ve como un matrimonio. A veces nos reímos porque hemos perdido hasta esta parte de individualidad, pero también entendemos que somos mucho más fuertes juntos que separados. Él es un tipo muy ágil, es un tipo muy culto, un tipo al que le gusta viajar mucho, lee mucho y entonces debido a esta cultura popular, le puedes tirar cualquier cosa, cualquier frase y él tiene respuesta inmediata. Y en este ping-pongneo yo encontré en él un tipo con el que podemos estar así siete horas, nos conocemos bien, nos gusta reír, somos de risa fácil también y se dio de forma natural, no fue fingido. En algunos casos han intentado formar algunas duplas o sociedades muy forzadas; aquí el éxito es que no es fingido, es natural. Si un día no queremos reírnos o me cae mal o estoy de mal humor, no hay ningún tema, no tenemos que estar bromeando aunque tengamos transmisión, tú hablas si yo no quiero, hay total libertad en este matrimonio».

Acepta que su camino ha sido “realmente dulce”, aunque no fácil, ya que en esta profesión pueden llegar a hacerse sacrificios grandes cuando hay que cubrir un evento mayor como una Copa del Mundo, donde los horarios de trabajo son exhaustivos y se pasan muchos días alejado de la familia. A la distancia, pareciera que sin gran dificultad, junto con Martinoli, han reinventado las transmisiones futbolísticas, pero la verdad es que ambos han sido osados. Luis García ha sabido mantenerse auténtico, analiza los partidos inteligentemente y explica el futbol sin caer en presunciones, con la ironía que lo caracteriza y un tono de ligereza que ayuda a sacar adelante esos minutos amargos de un partido estancado, porque como él dice:

«El futbol es un juego, mueve mucho dinero, mueve muchos intereses, mueve muchísimas cosas; es un simple juego, así lo considero yo, desde que jugaba y hoy. Sí, intento analizar el juego e intento hacerlo de forma muy ligera. Creo que esa combinación puede ser lo que le agrada a la gente, no soy profeta. Hablar de futbol lo hablamos todos y todo mundo sabemos de futbol».

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