DEPORTE
TENIS
NACIMIENTO
16 DE JUNIO DE 1934
PAÍS
MÉXICO
TRAYECTORIA
32 AÑOS COMO CRONISTA DEL TENIS
DICE PANCHO CONTRERAS QUE LA RAQUETA LA HEREDÓ DE SU PADRE. TENÍA ONCE AÑOS CUANDO DESCUBRIÓ EL DEPORTE QUE HABRÍA DE SER SU DESTINO: EL TENIS.
Los logros en el deporte mexicano se dan esporádicamente y sin que nadie comprenda su génesis. Antes bien, sorprende siempre que ocurran, porque no existe tal cosa como la generación espontánea. La infraestructura deportiva del país ha sido en su historia escasa e intermitente, en los casos en que ha llegado a materializarse.
A menudo, estos logros se deben a la pura y simple entrega de un joven o una niña que desde siempre ha practicado un deporte con esmero ciego y furibundo, y que, a la postre llega a convertirse en profesional sin que ninguno de sus compatriotas se haya enterado de su existencia hasta que un día gana una copa, un torneo o algún evento mundial y se nos revela de repente....
A la vida de Francisco Contreras Serrano, mejor conocido como Pancho Contreras, la marca un evento como este: conseguir en 1962 el segundo lugar de la Copa Davis, con su seleccionado mexicano. Jamás ha vuelto a repetirse la hazaña, ni antes se logró nada parecido desde los años 20 en que México participa por primera vez en dicho torneo.
“FUE UNA VIDA DE EXPERIENCIA ENORME, DE PRODUCCIÓN DE TELEVISA, LOS CAMIONES. UNA VIDA LLENA DE MICRÓFONOS, DE PÚBLICO, DE ESTUDIOS”
Dice Pancho Contreras que la raqueta la heredó de su padre. Tenía once años cuando descubrió el deporte que habría de ser su destino: el tenis. Asistía a un deportivo con su padre y se encontraba en la alberca, encantado, como todo niño podría estarlo mientras nadaba. Su padre lo sacó para que le ayudara a practicar tenis. A él le molestó, pues el tenis le parecía a la distancia un deporte menospreciable. Sin embargo, el golpe de una pelota contestada significó para él un flechazo instantáneo. “Este es mi deporte”, asegura Pancho Contreras que pensó en ese momento.
Fue golpear la pelota y ya no separarse de la raqueta. Arrasó con todos los torneos infantiles y juveniles que se le presentaron y poco a poco llegó a ganar notoriedad como tenista amateur. Lo llevaba en la sangre, su padre había sido parte del primer equipo olímpico de tenistas mexicanos en los juegos de París 1924.
Demasiado pronto pierde a sus padres, en un periodo de dos años. Ambos dentistas de profesión y deportistas. Primero a los doce y luego a los catorce años, fallecen, quedando huérfanos él y sus hermanos menores, a quienes dice tuvo que inculcarles la disciplina y el orden, porque desde muy chico sabía ya que era la única forma de conseguir algo, tanto en el deporte como en la vida.
Vivían con una tía, cuya única preocupación era que terminaran sus estudios y por tanto encontraba algo molesta la afición obstinada de su sobrino mayor por el tenis. “A ver si dejas ya esas pelotitas, eh”, recuerda Pancho Contreras que acostumbraba decirle. A los 17 años, le llega una oferta de beca, de la University of Southern California, para estudiar a cambio de que formara parte del programa deportivo universitario, jugando tenis. Por supuesto, estaba decidido, y se lo hizo saber a su tía, quien en varias ocasiones se negó. Tenía que darle el consentimiento legal debido a su edad. Sin embargo la insistencia de Pancho terminó por vencer y su tía cedió.
Allá en California, Pancho Contreras lograría convertirse en el mejor tenista de la universidad, al mismo tiempo que terminaba sus estudios en Administración de Empresas. Como él dice “Tenía hambre de ganar”. Fue campeón intercolegial y ganó múltiples torneos en su estadía universitaria.
Curiosamente es también durante sus estudios universitarios cuando se involucra por primera vez con los medios de comunicación, donde encontraría su segunda profesión:
“En la escuela que estuve en Estados Unidos tenían un periódico y hasta una estación de radio y ahí aprendí, aprendí y aprendí. No me da miedo hablar al micrófono, al contrario, él me tiene miedo.”
Regresó a México en 1956, con la determinación de hacer crecer el tenis mexicano y quizá, llegar a vencer a los norteamericanos en la Copa Davis algún día, ya que a menudo México era vapuleado por sus rivales continentales. Hace pareja con Mario Llamas, al lado de quien disputó varios torneos.
Llamas se adapta al régimen casi militar con que Pancho Contreras manejaba su carrera deportiva. Posteriormente se integran a la cuarteta El Pajarito Reyes y Antonio Palafox.
Con este equipo, donde convivía lo más granado del talento tenístico mexicano, Pancho Contreras se forma el objetivo de jugar la Copa Davis y competir por ganarla. Es él quien convence a la Federación Mexicana de apoyarlos, para que así pudieran viajar a los diferentes torneos en los que ganarían fogueo y mejorarían su nivel. Al principio, los directivos se rehusaron, alegando que el verdadero deseo de Pancho Contreras era viajar por el mundo y no el jugar tenis.
También habrían de terminar por convencerse, y es que los jugadores mexicanos habían demostrado capacidad para jugar contra tenistas de talla internacional.
Con el escaso apoyo recibido, se las arreglaron para viajar a Europa y ganar en Palermo el primer torneo que disputaron. Luego en el año de 1957 se consiguen algunas victorias en la Copa Davis, en contra de Yugoslavia y Alemania. Este hecho los alienta y en la imaginación de Pancho Contreras ya se confabulaba un plan: ganar la Copa Davis. Así se los expresó a sus compañeros de equipo. Hicieron un plan a cinco años, en el que conseguirían llegar a la final de la copa.
Viene un revés que los hace tambalear: Esteban El pajarito Reyes decide regresar a México a ejercer su carrera de arquitecto. Entonces hace su entrada Rafael El Pelón Osuna, quien a la postre resultaría el jugador estelar del equipo. Ya con un plan, Contreras se convierte en el capitán y entrenador del equipo. Haría una vez más de la disciplina su bandera. Transmite su carácter a sus compañeros, ese carácter fuerte que él mismo reconoce:
«A Pancho: Lo defino como una persona exigente, de orden y disciplina. Que aprendió de sus papás mucho, pues eran deportistas los dos, dentistas los dos; pero pues mi papá fue olímpico, le aprendí mucho. Nunca me marcaron un default a mí y yo marqué muchos. Llegaban tarde diez minutos y creían que no era nada. Siempre esperaban a que yo llegara tarde para mentarme la madre, pero nunca sucedió. Siempre fui puntual, estando en China, Japón, Grecia, el mundo entero…».
Sus compañeros, algo incrédulos deciden seguirlo, no sin hacerle ver que sus metas parecían casi fantasiosas. Comienza entonces su periplo hacia la final de la Copa Davis. Participan en varias ocasiones en los torneos más prestigiosos del mundo como Wimbledon, Roland Garros, el Abierto de Estados Unidos y el Abierto de Australia.
Llega el año 62 y se realiza el sorteo de la Copa Davis. Toca jugar contra Yugoslavia, equipo que había decidido inscribirse en el torneo americano para encontrar una competencia más favorable, pues en Europa solían perder siempre. La serie se juega en el deportivo Chapultepec, lugar que acogió al seleccionado mexicano con gran entusiasmo y entrega. México derrota a los europeos con facilidad cuatro puntos a uno. Luego viene la serie contra Estados Unidos, un rival al que no se la había ganado nunca, pero el equipo mexicano peleó sin complejos y a pesar de una derrota en el primero de los puntos disputados, logran dar la vuelta, y ganar 3-2 en una serie muy competida. Vienen después los Suecos a competir pero se les gana también.
Habían alcanzado las semifinales de la Copa Davis contra La India y tuvieron que hacer el viaje hasta Nueva Delhi y dejar atrás el deportivo Chapultepec que los había visto avanzar cada etapa. Sin embargo la Federación de Tenis de la India no tuvo un comportamiento ejemplar, por decir lo menos. Les cambió la sede a Madrás, una pequeña ciudad de provincia a casi dos mil kilómetros hacia el sur, de donde se encontraban. Quería hacerlos viajar en ferrocarril.
Un viaje a través de la selva India que decían, no sólo era agotador sino peligroso, además de que muy probablemente no llegarían a tiempo. A sabiendas de esto, llaman a la embajada nacional, donde Octavio Paz, embajador de México en dicho país asiático les consigue un vuelo privado para trasladarse y se integra al equipo, a quienes cuidará durante toda su estancia. Finalmente llegan a Madrás y son testigos de todo tipo de supersticiones, la más memorable quizá, esa en que arrojan estiércol de vacuno por toda la cancha, un par de días antes de que iniciara la serie. Al reclamarles Pancho Contreras, en su posición de capitán y entrenador, que arruinaban la cancha, adujeron que la vaca era sagrada en la India y se hacía para tener buena suerte.
Ningún remedio funcionó porque los mexicanos ganaron la serie 5-0, y fue tan absoluta la victoria que al terminar el último encuentro, los indios comenzaron a corear el apellido de El Pelón. «Todos gritaban “Osuna, Osuna, Osuna”, todo el estadio. Fue un tenista sensacional», recuerda Contreras. El mexicano tuvo que llegarse al centro de la cancha para agradecer el reconocimiento que le hicieron.
El sueño que cinco años atrás había planteado Pancho Contreras a sus compañeros se había cumplido. Habían llegado a la final contra una poderosa Australia. Perdieron la serie en contra de un equipo histórico, sin embargo se consagraron como héroes nacionales, dando el mejor año del tenis mexicano, del que se tenga memoria.
Poco después Pancho Contreras comenzaría una carrera de treinta y dos años transmitiendo tenis para Televisa. Tal como lo recuerda:
«Todo va unido, después de la Copa en Televisa me dicen: “Tú y Vicente Zarazúa van a ser los cronistas del tenis aquí, no hay otros”, treinta y dos años permanecí ahí. Vicente vive muy bien, me habla por teléfono. Es un gran amigo, fuimos compañeros de años en la tele, aprendí mucho de todos, he enseñado, he jugado, he viajado. Cuatro veces le he dado la vuelta al mundo, ya no me acuerdo del primer país al que fui».
Transmitiendo para Televisa, Pancho Contreras se sintió cobijado, los compañeros le enseñaron el periodismo deportivo, sin embargo el aprendizaje no fue fácil, asegura:
«Siempre tenía dificultades con el control remoto. Que la cámara, que no está lista, que súbase, que bájese. Los controles remotos siempre fueron una lata. Imagínate en el cerro ahí filmando. Hicimos cosas muy interesantes. Fue una vida de experiencia enorme, de producción de Televisa, los camiones. Una vida llena de micrófonos, de público, de estudios».
Durante tres décadas Pancho Contreras transmitió al lado de Vicente Zarazúa y luego con Raúl Ramírez, ambos notables tenistas mexicanos, los mejores partidos de la Asociación de Tenis Profesional. La calidad misma de los tenistas nacionales había creado al igual que una afición por el deporte blanco, y los enfrentamientos narrados por la voz característica de Pancho Contreras eran seguidos a través de la televisión.
Su mayor placer como comentarista, revivir los días de gloria:
«Transmitir la Copa Davis, transmitir partidos muy importantes como Wimbledon, los que ahora ves, yo los transmití todos. Aprendí mucho. Televisa me dejó una experiencia enorme. Yo creo que le di lo que yo sabía. Yo hablaba al micrófono así como tú y yo hablamos. Criticaba lo que tenía que criticar, no le tenía miedo a nada, siempre fui muy recto, muy cuidadoso.
Emilio Azcárraga me apreció mucho. Cuando él iba a morir, le dijo a Emilio chico (señalando a Vicente Zarazúa): “A éste no me lo corres, eh”; todavía es asesor de Televisa. Emilio chico vino aquí a mi casa a comer, nos llevamos muy bien. Enemigos no sé qué son, no los conozco. Puros amigos tengo».
Quizá la parte técnica de las transmisiones televisivas se le complicó un poco, en cambio, la narración de cada punto y set, la estrategia de cada jugador y sus cualidades, no podían escondérsele, no requería ni estudiar para sacar adelante los partidos:
«Al tenis lo llevaba yo en la cabeza. Cuando yo iba al futbol con Ángel Fernández me sentaba y me decía “Pancho di algo”, y yo decía “Pues de qué o qué”, me decía que hiciera comentarios, si me gustaba o no. Fuera del tenis no sé tanto. Ahorita te hablo de tenis y te transmito un partido entero, que si fulano, que si la pelota, que si la raqueta».
Además de su paso por Televisa, también participó en varios de los medios de la prensa más importantes del ámbito deportivo, tales como el ESTO —donde aprendió de su jefe Ignacio Matus, quien dice, “los traía locos”—, el Ovaciones y La Afición. También fue Director de Notivisa, quedando a cargo de los noticieros breves de la televisora; se desempeñó como cronista en Radio 620, donde compartió micrófonos con Enrique Yanes, Óscar El Rápido Esquivel y Salvador Vázquez; y en el ámbito de la administración de empresas destacó como Director de Mercadotecnia de Coca-Cola y de diversas aerolíneas.
«Trabajé de administrador de empresas, director comercial de Mexicana de Aviación, de Aeroméxico, de Eastern Airlines; tres compañías de aviación que nos llevaron a mi familia y a mí por todo el mundo. Nunca olvidaré que la aviación fue tan importante para mí (...) Cuando trabajaba en el aeropuerto como director, no esperé a Carlos Salinas, se fue el avión. “No por ser presidente puede llegar a la hora que quiera”, le dije; nos conocíamos bien, jugábamos tenis».
En su casa, llena de trofeos, raquetas y retratos, recuerda al mejor deportista del que fue testigo como narrador:
«Yo creo que como deportista, Manolo Santana, tenista español. Jugamos con él en España, nos invitó a Mario y a mí por todo el país. De aquel tiempo yo creo que Manolo Santana y bueno, son tantos los buenos tenistas que ha habido, los recuerdo con mucho cariño. No me gusta el tenis que se está jugando, no lo veo. ¿Sabes cómo se juega? Devolviendo pelotas, es lo que haces más fácil, desde pequeño lo primero que aprendes es devolver pelotas…No les enseñan a atacar. Sólo juegan a ver quién la pierde primero».
Y si tuviera la oportunidad de volver a transmitir un evento o volver a vivirlo, no se lo piensa dos veces: aquella Copa Davis de 1962, en que México estuvo a nada de ganarla y que tanta dicha le dio.
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