VOCES DE SIEMPRE

RAFAEL PUENTE

COMO COMENTARISTA DEPORTIVO, LO HA CARACTERIZADO EL BUEN JUICIO DEL ACONTECER FUTBOLÍSTICO, ASÍ COMO UN ESTILO ANALÍTICO Y FRANCO. HA SABIDO TRASFERIR SU SABIDURÍA DE LAS CANCHAS AL MICRÓFONO Y POSEE GRAN CAPACIDAD DE ELOCUENCIA. ACTUALMENTE TRABAJA EN ESPN, DONDE PARTICIPA EN PROGRAMAS COMO FUTBOL PICANTE Y LOS CAPITANES.

Con fama de jugador bravo y en un equipo como el Atlante, de reputación aguerrida por decir lo menos, Rafael Puente Suárez, apodado Wama, disfrutó de una carrera futbolística corta pero célebre por su calidad en el arco, el cual resguardaba con grandes atajadas que le ganaron el reconocimiento de la afición mexicana. Aún ahora, Puente considera algo injusta su reputación de broncudo en las canchas pero acepta que las jugadas poco deportivas podían hacerle perder los estribos.

Recuerda que desde su primera infancia ya jugaba al futbol, un deporte que se convirtió en su vida, en la pasión con que atravesaría el tiempo de sus años. En alguna calle de la colonia Del Valle, en algún pedazo de pasto, atrapaba los balones que su hermano le disparaba. El interés era jugar simplemente, nunca le pasó por la cabeza que algún día aquello iba a convertirse en una profesión. Así lo recuerda:...

«Para mí, el futbol ha sido mi vida, después de mi familia. No hubiera cambiado nunca la etapa de jugador por nada del mundo. Me costó muchísimo trabajo que por el destino, una mala intervención, por una irresponsabilidad tanto del departamento médico como de un servidor de haber jugado tanto tiempo infiltrado, que me sacaban el líquido, que me metían cortisona, me terminó desbaratando la articulación y terminó por llevarme al retiro muy prematuramente. Empecé a los dieciocho y terminé a los veintiséis».

“UN ANALISTA TIENE QUE SER RESPALDADO POR LOS CONOCIMIENTOS QUE TENGA Y QUE HAYA ADQUIRIDO A LO LARGO DE SU TRAYECTORIA”

Poco a poco, jugando en diferentes equipos infantiles llega a las fuerzas básicas del Atlante. Y viene el debut repentino. Puente había jugado ya varios partidos consecutivos con el equipo de reserva como titular, así que se sintió algo molesto, cuenta, cuando le dieron instrucción de no jugar un partido sin imaginar que le esperaba algo mejor. Entonces Dagoberto Moll, un uruguayo nacionalizado español que era el entrenador del equipo de primera división en aquellos años, lo llama para preguntarle cómo se encontraba. Puente extrañado dijo que “muy bien” y el entrenador lo puso en aviso: ese día jugaría con el equipo de primera división. Ganaron 2-1 contra el Atlas con una buena actuación suya. De inmediato se ganó un lugar en el primer equipo, convirtiéndose pronto en uno de los porteros con mayor notoriedad de la liga. El apodo del Wama se lo puso su compañero de equipo, el jugador Ernesto Cisneros, basándose en un personaje de historieta de aquella época que usaba el cabello largo, como el gran portero.

Como jugador, cuenta que en aquellos años se ganaba bien, pero los salarios estaban lejos de ser lo inflados que son hoy. Se trataba de una época en la que el futbol aún no era el negocio que es actualmente y en la que los jugadores hacían una carrera deportiva más por el apego al deporte que por fama y dinero. Los recuerda como tiempos de “mayor entrega”. Durante su etapa en el Atlante, cuentan que a menudo los jugadores no recibían sus pagos. El entonces dueño del Atlante, Fernando González Fernandón, acostumbraba responder con una sonora carcajada cuando le preguntaban por la fecha en que recibirían sus pagos, y cuando estos por fin llegaban a manos de los jugadores en forma de cheques, emprendían la carrera hacia la sucursal del banco más cercana, pues era necesario llegar antes que los compañeros de equipo, ya que se corría el riesgo de que se acabaran los fondos. Algunos de los jugadores, los más retrasados en la carrera, a menudo no recibían su pago hasta días o semanas después.

Con apenas algunos partidos jugados en primera división sufre una lesión en la rodilla que habría de perseguirle hasta su retiro. En aquellos años la medicina aún no contaba con tratamientos tan efectivos contra ese tipo de afectación. Se sometió a una operación que no terminó de curarlo y a partir de ese momento comenzó a recibir inyecciones de cortisona que acabaron por deteriorar la articulación. En un momento en que Puente contaba con interés de varios equipos por sus servicios, a lo cual él se había negado, y a pesar de llegar a la Selección Nacional (donde contó con cincuenta partidos) y de haberse convertido en ídolo atlantista, el equipo decide venderlo en 1974 al América. Su traspaso se dio sin su consentimiento, y en condiciones que le provocaron tanto molestia como pena. Al año siguiente de su llegada a las Águilas se coronó campeón de liga, aunque no tuvo mucha participación debido a sus constantes lesiones. En un intento por librarse de los problemas de rodilla, decidió operarse nuevamente pero tuvo un resultado adverso que propició la decisión final de retirarse en el año 1976.

En ese momento Rafael Puente se encontró con un cierto desencanto:

«Yo soy católico y hubo un momento en el que no es que perdiera la fe, pero yo no entendía por qué me pasaba a mí, sí me gustaba tanto lo que hacía, porque era lo que más me gustaba hacer, no me costaba nada de trabajo levantarme temprano para ir a entrenar, lo hacía con mucha motivación un día tras otro, me daba exactamente igual si los entrenamientos eran mañana o tarde, o si eran periodos de concentración largos. Te ausentabas de muchas cosas pero lo disfrutaba enormemente. Entonces hubo un momento en que yo sentí que el destino estaba siendo injusto conmigo».

Con la carrera de futbolista acabada precipitadamente, sin un rumbo claro de a qué dedicaría de ahí en adelante su vida profesional, Rafael Puente encuentra, sin imaginarlo ni desearlo, una nueva profesión:

«Lo mío fue un poco de improvisación, en lo general no fue algo que tuviera contemplado, sin embargo las circunstancias de vida se me fueron presentando, a lo mejor con el respaldo de haber cumplido con una vida profesional en el futbol, que sí te arroja muchísimas cosas que si las capitalizas adecuadamente te van encaminado a poder hacer una carrera dentro del periodismo o del comentario deportivo. La prueba más clara hoy en día es que ha proliferado mucho y son muchos los ex jugadores que han sido ya contratados por diferentes empresas para que cumplan con esa tarea.

»En realidad en mi caso todo se dio por casualidad; fue a través de una entrevista, me invitaron a hacer un programa de radio cuando ya me había desligado totalmente de mi profesión como jugador de futbol. Durante los primeros años del retiro me dediqué a trabajar con una empresa editorial en la venta de paquetes educativos y libros. Después trabajé en una agencia automotriz y de repente me ofrecieron ir a hacer un programa porque le vendí un coche a un hombre que tenía varias estaciones de radio. Ahí, en la plática del cierre de la venta, me ubicó perfectamente y me invitó a hacer un programa. Fui con don Fernando Marcos, que en paz descanse, y con Jacobo Morett, que eran dos hombres muy preparados y muy cultos, no sólo hablaban de deportes sino también de economía, etcétera, etcétera. La plática se centró en lo que había sido mi trayectoria y el desenlace final que fue el problema de la rodilla y todos los inconvenientes, tantas cirugías….

»Al final de la entrevista don Jacobo hizo un comentario que siempre le voy a agradecer, porque me dijo: “¿Y no ha tenido usted contemplado hacer una carrera en los medios?” Le dije que francamente no y me dijo que debería de intentarlo. De ahí surgió el interés de este hombre que tenía las estaciones para diseñar un programa de radio que duró seis meses, previo al Mundial de 1986, me invitó a hacerlo con don Fernando Marcos: Polémica Mundial. El programa era muy entretenido, muy polémico, con el estilo personal de don Fernando, a quien le decían que lo que no sabía lo inventaba. Yo era un poco irreverente, un poco faltando al respeto a una autoridad como don Fernando, pero siempre defendiendo mi postura, como siempre lo he hecho. No sabes el éxito que tuvo ese programa, fue prácticamente la plataforma de lanzamiento de una carrera. Era un programa de quince minutos y pasaba en diferentes estaciones, tanto AM como FM. Y eso provocó que José Ramón Fernández, que era el director de deportes de Imevisión en ese entonces, me escuchara ahí y me localizara. Me invitó a trabajar en la Copa del Mundo de 1986».

Ya iniciado, pronto se acomodó en los medios de comunicación. Con la naturalidad que siempre lo ha caracterizado para hablar de un deporte del que sin duda es un experto, pasó poco tiempo para que se abriera paso hasta las transmisiones televisivas. Cuenta Puente que su proceso de adaptación a la locución se dio naturalmente:

«En realidad no fue tan complejo para mí porque empecé en radio, a mí me gusta más la radio que la televisión, está totalmente ajeno a poses y esas cosas. Enfrentarme a un programa de radio en el que además había un conductor fue más fácil. Yo creo que de las cosas más difíciles que puede haber es llevar la conducción de un programa, es muy diferente estar al lado del conductor porque quieras o no él está dando el tema para que tú te desenvuelvas, pero no fue muy complicado porque además, antes de iniciar en esta actividad, cuando era jugador tuve ene-mil entrevistas y el tema propiamente de la cámara y el micrófono no fue nada nuevo para mí. También en la etapa de jugador tuve contratos para hacer fotonovelas, que las fotonovelas también se hacen en un ambiente exterior o a lo mejor con mucha gente que va pasando. Me identificaban y se quedaban viendo, y bueno pues te familiarizas con ese ambiente de las cámaras».

Invitado por José Ramón Fernández, narra su primer partido nada más y nada menos que en el mundial de México ’86:

«Recuerdo perfecto mi debut en la televisión, que fue en el partido que jugó España vs Brasil en el estadio Jalisco, con José Ramón Fernández en la narración y con Benito Pardo, buen amigo, a quien habían invitado también como comentarista. Cuando arrancó la transmisión me costó mucho trabajo porque el regreso tenía eco, no estaba la instalación correcta, entonces me costó mucho trabajo de inicio. Lo tengo como una anécdota, porque imagínate, piensas que estás ante las miradas de todo el país en ese partido, que aparte era un partido de acuerdo a la calidad, a la importancia que representa Brasil para los mexicanos en el renglón de futbol y España pues un rival importante. Ese partido fue maravilloso, lo recuerdo como algo fantástico (yo había tenido la ilusión de jugar en una Copa del Mundo, no lo pude conseguir y sin embargo ahora podía ser un espectador de este evento), y de pronto se te presenta la oportunidad de estar sentado en un palco, en el estadio, en vivo, comentando, todo el país te está escuchando y adicionalmente te pagan viáticos. Posteriormente, terminando el mundial, se me presentó la oportunidad de arreglar un contrato con Imevisión para iniciar, ahí sí ya un compromiso con contrato firmado, para empezar a dedicar parte de mi vida, de mi trabajo, en esa actividad».

A partir de 1994 firma contrato con TV Azteca, donde fue uno de los principales acompañantes en el equipo de José Ramón Fernández en programas como Los Protagonistas o Deportv, producciones que marcaron un hito en la televisión mexicana, pues fue dicho equipo el que destronó a la barra deportiva de Televisa, por primera vez en la historia de la televisión en nuestro país.

En TV Azteca y posteriormente en ESPN participó en la cobertura de los Mundiales de futbol: México 1986, Italia 1990, USA 1994, Francia 1998, Corea-Japón 2002, Alemania 2006, Sudáfrica 2010, Brasil 2014 y Rusia 2018. Además de otras transmisiones como Juegos Olímpicos, Eurocopas y partidos tanto de la Selección Mexicana, como de la liga local. Tal como él lo cuenta, sus fines de semana solían ser muy ocupados, con viajes frecuentes para ir de una transmisión a otra.

En 2007 ocurre la separación con la televisora en la que tantos años colaboró. Por aquellos años, los directivos de la empresa realizaron una serie de cambios que terminó con la salida de José Ramón Fernández y la de buena parte del equipo de comentaristas que tantos éxitos cosecharon en TV Azteca. En el caso de Rafael Puente, cuenta que se le relegó de tal manera que él, de carácter siempre muy directo, consideró preferible evitar que aquello se alargara innecesariamente y preparó su despedida de la televisora.

Trabajó por breve tiempo en Multivisión y más tarde en ese año ingresó a ESPN, donde ha colaborado desde entonces en programas como Futbol Picante y Los Capitanes. Como comentarista deportivo lo ha caracterizado el buen juicio del acontecer futbolístico, así como un estilo analítico y franco. Ha sabido trasferir su sabiduría de las canchas al micrófono y posee gran capacidad de elocuencia. Asegura Rafael Puente que la ética es indispensable para trabajar en los medios de comunicación.

Con eso, reafirma, puede ya un comentarista ganar muchas otras virtudes. Aunque ha narrado numerosos partidos y participado en diversos formatos televisivos, de radio y prensa, sin duda que su gusto se decanta por los programas de análisis deportivo, principalmente aquellos que cubren el futbol nacional, donde sabe expresar con precisión su visión del deporte que ha llenado su vida:

«Me encanta cuando se genera una polémica bien encausada, no como los programas de hoy en día que se dedican a discutir por discutir y es casi, casi, el que eleva más el timbre de voz el que tiene más autoridad. Me divierte mucho la profundidad de los programas, o sea un programa en el que si a lo mejor estamos tratando de analizar el comportamiento de un equipo, se puedan escuchar expresiones correctas de acuerdo a lo que pasó en el partido, sin el afán de lastimar absolutamente a nadie pero sí cumpliendo con un terreno crítico».

Siendo un comentarista crítico, le molesta que un periodista deportivo sea incapaz de formular con franqueza una pregunta a un entrevistado, o que por generar polémica sea mordaz gratuitamente. Se describe: «como una persona común y corriente, como uno más en esta vida, pero muy frontal y muy partidario de la crítica. Sin embargo muy ajeno a la crítica destructiva, no aprovecharse de esa crítica para lastimar a alguien. Yo creo que es algo de lo que asimilé de la educación de mis padres y que siempre he llevado conmigo: ser muy frontal, muy directo, muy ajeno a cualquier tipo de movimiento que no sea transparente; estoy totalmente en contra de cualquier tipo de negocio turbio. Como a todos en el desarrollo de vida, a mis sesenta y nueve años, sí se me han presentado algunas situaciones en el ámbito deportivo, a lo mejor de poderme llevar una cantidad de dinero que para muchos es correcta pero que para mí no».

Como analista, admira a aquellas personas que, como Roberto Gómez Junco o Raúl Orvañanos, son capaces de imprimir lucidez y carisma en sus comentarios: «Un analista lógicamente tiene que ser respaldado por los conocimientos que tenga y que haya adquirido a lo largo de su trayectoria que, en mi caso, fue la experiencia que me tocó vivir en el desarrollo de jugador, más que otra cosa; es diferente para alguien que llega para cumplir con esa actividad con el respaldo de un periodo escolar, de una formación.

»Yo veo que muchos preparan mucho las cosas, yo generalmente lo hago todo con base en la memoria, nunca me ves con una tablet ahí enfrente, casi casi no la sé ni usar, lo mío es distinto. Te podría decir que ha sido más de feeling que de otra cosa. Afortunadamente siempre he tenido muy buena memoria y me respaldo en eso, soy de leer el periódico y principalmente ver los eventos en televisión y me quedo con mucho».

Aunque se declara sinceramente como un improvisado, lo cierto es que lleva varias décadas como uno de los principales comentaristas deportivos en la televisión mexicana y se ha ganado el reconocimiento de sus pares, así como del público televisivo, ejerciendo la profesión con su estilo particular y con gran entrega. Luis García, guarda un gran recuerdo de quien fuera su compañero de transmisiones:

«Rafa es, por encima de un grandísimo ex futbolista, ex portero y por encima de un tipo con una voz autorizada en el juego durante muchísimos años, entrenador inclusive en equipos de primera división… es un grandísimo ser humano. A Rafa lo quiero muchísimo, él fue un tipo muy gente conmigo en todos los sentidos, nunca fuimos competencia aunque ocupábamos el mismo lugar: ex futbolistas que hablaban de futbol, esa posición del analista que sólo la llena el ex jugador, mientras que todas las demás, como cronistas y narradores, son tipos periodistas. Nunca me sintió como un ajeno, desde el día uno me abrazó, es un hombre bien nacido, de una sola pieza, frontal, me identifiqué muy rápido con él, lo quiero muchísimo y él sabe que le estoy inmensamente agradecido por sus maneras y por cómo me protegió en un momento de mi inicio en la comunicación deportiva».

Hoy, con una larga trayectoria, Rafael Puente encuentra en su profesión, un motivo de plenitud: «sin embargo encontré el tema de la comunicación, del comentario deportivo, sin haber estudiado ni haberlo buscado a través de algún contacto. Un programa de radio que fue un éxito y de ahí arrancó una carrera que con orgullo y satisfacción he desarrollado durante treinta y tantos años en este medio».

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